Los hijos de Dios son el reflejo de su Padre – Marisela Ocampo O.

Los hijos de Dios son el reflejo de su Padre

hijos de Dios

En este mundo hay dos clases de personas “los hijos de Dios y los que no lo son”.

Los hijos de Dios siempre tienen como meta agradar a su Padre y la forma de hacerlo es a través de su Hijo Jesucristo, modelo perfecto a seguir e imitar. El propósito principal de todo hijo de Dios, es seguir los pasos de Jesús y ser la expresión de su amor, su paz, su misericordia, su justicia, su santidad; en pocas palabras, de su carácter y de esta manera glorificar a Dios Padre.

Por otra parte, aquellos que no son hijos de Dios siempre buscan en primer lugar agradarse a sí mismos y en segundo lugar agradar a los demás. Muchos ejercen una ética y una moral “aceptables” ante la sociedad, son lo que normalmente decimos “personas buena gente”; sin embargo, lo que son y lo que hacen tiene como objetivo principal obtener el reconocimiento y la adulación de aquellos que se encuentran a su alrededor, así muchos de ellos ni siquiera sean conscientes de ello. De hecho, en muchos casos su moral les alcanza sólo para ejercerla ante quien les conviene quedar bien, de puertas hacia afuera son unas “excelentes personas” pero de puertas para adentro, en lo secreto, son abominables ante Dios por las cosas que hacen en lo oculto cuando piensan que nadie los ve, cuando el único espectador es Dios quién todo lo ve y todo lo sabe.

Otras personas además de que no tienen temor de Dios, tampoco tienen una moral o una ética que les inhiba de alguna manera hacer tanto daño a los demás. Es tanta la maldad y la perversidad de sus corazones que con tal de satisfacer sus deseos egoístas, pasan por encima de cualquier persona incluso de ellos mismos con el único propósito de salirse con la suya. Podemos ver cómo el homicidio, la delincuencia, el secuestro, la violencia y tantas otras perversidades incrementan día a día en la sociedad.

Es hora de que abramos los ojos y entendamos que no basta con llenarnos la boca diciendo que Dios es bueno y que en Él creemos cuando nuestros pecados nos apartan de su gloria y nuestra vida gira en torno a nosotros mismos y a los demás, en lugar de girar en torno a Dios el Padre por medio de Jesucristo y del poder de su Espíritu.

Los hijos de Dios se diferencian de los que no lo son, he aquí un paralelo que resume algunas estas diferencias:

Los hijos de Dios

Los que no son hijos de Dios
Ninguno que sea hijo de Dios continúa en el pecado, pues tiene la nueva vida que Dios le dio y por esto no puede seguir pecando, 1 Juan 3:9 (Palabra de Dios para Todos). El que sigue pecando es del diablo, pues el diablo siempre ha pecado, por eso el Hijo de Dios vino para destruir las obras que hace el diablo, 1 Juan 3:8 (Palabra de Dios para Todos).
Si decimos que no pecamos, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros; pero si confesamos nuestros pecados, Dios nos perdonará. Él es fiel y justo para limpiarnos de toda maldad, 1 Juan 1:8-9 (PDT).

Si alguno peca, tenemos un defensor ante Dios: Jesucristo, el Justo, 1 Juan 2:1 (PDT).

Los perversos dicen que no hay Dios. No le consultan nada, porque están llenos de soberbia. Dios no cabe dentro de sus planes, Salmo 10:4.

Qué mal les irá a los que a lo malo llaman bueno y a lo bueno llaman malo. Los que tienen por luz la oscuridad y por oscuridad la luz. Los que dicen que lo amargo es dulce y que lo dulce es amargo, Isaías 5:20 (PDT).

Podemos estar seguros de que conocemos a Dios si hacemos lo que Él nos manda, 1 Juan 2:3 (PDT). Alguien puede decir: «Yo conozco a Dios», pero si no obedece sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en su vida, 1 Juan 2:4 (PDT).
Dios es Espíritu, y los que le adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad, Juan 4:24 (PDT).

Aman al Señor su Dios con todo su corazón, con toda su alma y con toda su mente. Este es el primer mandamiento y el más importante, y aman a su semejante como se aman a sí mismos, Mateo 22:27-39 (PDT).

Ustedes son de su padre el diablo y les gusta hacer las maldades que el diablo quiere que hagan, Juan 8:44a (PDT).

Respetar al Señor es el principio de la sabiduría; los tontos desprecian la sabiduría y la disciplina, Proverbios 1:7 (PDT).

Cuidan lo que hacen. No hacen algo bueno ante la gente sólo para que los demás los vean, pues así no recibirán ninguna recompensa de su Padre que está en el cielo, Mateo 6:1 (PDT).

¿Piensan que estoy buscando la aprobación de la gente o la de Dios? ¿O que trato de quedar bien con la gente? Pues, si quisiera agradar a la gente, no sería un siervo de Cristo, Gálatas 1:10 (PDT).

Cuando hacen algo bueno les gusta llamar la atención de todo el mundo como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles. Lo hacen para que los demás hablen bien de ellos. No importa qué tan mal puedan quedar ante Dios, pues piensan que Dios no los ve; lo importante es que los demás los aplaudan, lo importante es ganar la aprobación de la gente, ver Mateo 6:1-14.
El Espíritu produce amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No existe ninguna ley en contra de esas cosas. Todos los que pertenecen a Cristo han crucificado su naturaleza carnal con sus pasiones y sentimientos egoístas, Gálatas 5:22-24 (PDT).

Está muy claro que las cosas que hace la naturaleza carnal son: inmoralidad sexual, impureza, descontrol, idolatría, participar en brujerías, odio, discordia, celos, iras, rivalidades, peleas, divisiones, envidias, borracheras, parrandas y otras cosas parecidas. Ya les advertí contra eso y ahora les vuelvo a decir lo mismo, que todos los que hacen eso no tendrán parte en el reino de Dios, Gálatas 5:19-21 (PDT).

 

No todo el que dice ser hijo de Dios lo es, a un hijo de Dios se reconoce por los frutos de su espíritu y no por las obras de su carne. Los hijos de Dios son el reflejo de su Padre en Cristo Jesús. “El que dice que permanece en Dios, debe vivir como vivió Jesús”, 1 Juan 2:6 (PDT).

“Hijitos, no dejen que nadie los engañe. El que practica el bien es justo, así como Jesucristo es justo. Hay una forma de saber quiénes son hijos de Dios y quiénes son hijos del diablo: el que no pone en práctica la justicia y no ama a su hermano, no es de Dios”, 1 Juan 3:7, 10 (PDT).

“Jesús vino al mundo que le pertenecía, pero su propia gente no lo aceptó. Pero a los que lo aceptaron y creyeron en Él, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Son hijos de Dios, pero no por nacimiento físico; no tiene que ver con ningún acto ni deseo humano. Son hijos suyos porque Dios así lo quiere”, Juan 1:11-13 (PDT).

¡Dios  Padre, concédenos tu fuerza y tu poder para ser cada día lo que tú quieres que seamos en Cristo Jesús, amén!

Por: Marisela Ocampo O.

Escrito para www.devocionaldiario.com

 

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