Cuanto más se dobla, más fruto – Luis Caccia Guerra

Cuanto más se dobla, más fruto

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

(Mateo 22:37-40 RV60)

Los economistas conocen un principio que dice que hay un 20% de los productos de una empresa que genera el 80% de la ganancia. Encuentro que en realidad, la Biblia tiene una vez más razón, y que Jesús sabía mucho más de lo que José, su papá adoptivo, debió enseñarle de carpintería. Jesús destacó por sobre el resto de 10 mandamientos, el primero a la cabeza de todo: “amarás a tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma…” y en segundo lugar: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y confirmó a estos dos mandamientos no sólo las primeras posiciones, sino que también les asignó una importancia fundamental: “De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”. Dos mandamientos de entre diez. El 20%. ¿Acaso no estaba poniendo el 20% de los mandamientos en el tope, justamente los que generan el 80% de los beneficios?

“Si yo pongo esos mandamientos, mi 20%, en el tope; lo más probable es que tenga el 80% de mis problemas resueltos” (Miguel Nuñez).

Hoy, al afrontar pérdidas, al ver destruidas cosas que amaba, al encontrarme en un callejón sin salida, descubro que pasé mucho tiempo amando más los bienes, que para qué y a quién sirven; amando más mi ministerio que a los ministrados. Mi 20% mal asignado. Difícilmente pueda producir mi 80% de beneficios.

En estos días, escuché esta pregunta: “¿Acaso no has sentido que postrado a sus pies y aferrado a los pies de Jesús, es el lugar más alto donde puedes estar?”

En ese proceso, hoy consigo entender por fin, que no importa lo que a mí me pasa. Lo que verdaderamente importa es lo que pasa EN MÍ, que no es lo mismo. No vendría nada mal un buen baño de humildad, toda vez que la rama más se dobla hacia el suelo cuanto más fruto es el que lleva.

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

(Gálatas 5:22-23 RV60)

Por: Luis Caccia Guerra
Escrito para www.devocionaldiario.com

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