En la escuela de los Himenópteros – Osmany Cruz Ferrer

EN LA ESCUELA DE LOS HIMENÓPTEROS

“Ve a la hormiga… mira sus caminos, y sé sabio”

(Proverbios 6:6).

Dios habla de muchas maneras. Lo puede hacer desde un monte humeante con relámpagos y truenos, como lo hizo con Moisés. Puede hablar desde una brisa suave como lo hizo con Elías, o desde las limitadas cuerdas vocales de un animal de carga, como lo hizo con la mula de Balaam. Dios es creativo, original, y cada una de las formas en que suele hablar es auténtica y cautivante. El rey Salomón descubrió que Dios, además, habla también a través de su creación. Por eso, el sabio predicador, toma como ejemplo en los Proverbios a los árboles, las aves, los reptiles, los peces y los insectos: “Y compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco. También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces” (1 Reyes 4:32,33).

Salomón habla de las hormigas en dos ocasiones distintas en los Proverbios. Sin dudas estaba fascinado por ellas, su organicidad, su laboriosidad y su instinto precavido desafiaban la actitud negligente e inverosímil de muchos seres humanos: “Las hormigas, pueblo no fuerte, y en el verano preparan su comida” (Proverbios 30:25). Las hormigas no son un pueblo fuerte, pero su laboriosidad les permite logros extraordinarios. No tienen un master en administración, pero son previsoras y tienen comida guardada para el invierno.  No tienen un manual de sindicato que las agrupe, pero trabajan en unidad absoluta. No han estudiado una licenciatura en biología en Harvard, pero saben cuáles plantas son tóxicas y cuáles no. Son una especie extraordinaria, a la cual Dios le plació crear, entre otras muchas cosas, para servirnos de enseñadoras flagrantes.

¡Observemos a las hormigas! Seguro aprenderemos más de ellas que en volúmenes y volúmenes de libros de autoayuda. Dejemos a un lado las excusas que nos impiden ser eficientes en el día a día. Desoigamos al desánimo y a la apatía. Tiremos a un lado la dejadez y la pereza. Enfoquémonos en el presente, en el futuro, y dejemos el pasado atrás de una vez. Ya basta de considerar en demasía nuestras limitaciones y proyectémonos en las posibilidades que nos da Dios con cada jornada. No culpemos a los demás de nuestras derrotas, ni continuemos arrastrando enojos o amarguras. Vayamos a por nuestras aspiraciones, apoyados en las promesas de Dios. Tengamos un espíritu de fraternidad y unidad, y conseguiremos justamente lo mismo de los demás por displicentes que ellos sean.

Si Salomón, el genio más completo de la historia antigua reparó en las hormigas y aprendió de ellas, nosotros debemos hacer lo mismo. Por favor consígase una lupa y fíjese bien, están mandándonos un mensaje a gritos. Dejemos de pelearnos, caminemos en unidad. Dejemos de considerar nuestras limitaciones, nuestras carencias, nuestras circunstancias poco prometedoras y miremos a los horizontes de Dios. Proyectémonos hacia lo porvenir para que el invierno con sus sinsabores y desmanes no nos encuentre desapercibidos. Sí, mis queridos hermanos, porque por increíble que parezca, Dios nos quiere hablar a través de las hormigas.

Autor: Osmany Alfaro

Escrito para www.devocionaldiario.com

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