Yo soy Jehová Rafa, tu Sanador – Hefzi-ba Palomino

YO SOY JEHOVÁ RAFA, TU SANADOR

jehova-rafa

“Les dijo: «Yo soy el Señor su Dios. Si escuchan mi voz y hacen lo que yo considero justo, y si cumplen mis leyes y mandamientos, no traeré sobre ustedes ninguna de las enfermedades que traje sobre los egipcios. Yo soy el Señor, que les devuelve la salud.»”

Éxodo 15:26

Nueva Versión Internacional (NVI)

Cansada estoy de las enfermedades, de las alergias, de los malestares y todo aquello que perturba nuestra vida y que se le atribuye a los cambios de clima, al país, a la comida, a la herencia y a miles de razones; estoy harta y no las acepto más en mi vida, ni en la vida de mi familia, ni en mi tierra, ni en mi vecindario, ni en mi trabajo, ni en mi mente, ni en mi cuerpo.

¡WOW…no me imagino siquiera lo que debes estar pensando en este momento! Pero no te alarmes, que no me he revelado contra Dios ni soy rebelde a su palabra y a sus mandamientos; solo estoy expresando lo que siento en este momento y no me parece justo que tenga que soportar tantas molestias, cuando lo cierto es que en la Palabra de Dios  dice muy claramente que  – la salud – es nuestra herencia; la sanidad es nuestra herencia en Cristo Jesús y nosotros tenemos derecho a vivir vidas sanas y a aspirar a vidas saludables y prosperas, pero la verdad es que hay tantas enfermedades y cosas raras en el mundo, que algo debemos estar haciendo mal o que no agrada a los ojos de Dios y tenemos que descubrirlo, arrepentirnos, ser personados y corregirnos.

La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a la bendición general de Dios  y nos bendecimos unos otros en forma genérica, pero eso no es lo que Cristo quiere para nuestra vida. Cristo quiere para nuestra vida, bendiciones específicas y concretas, de acuerdo a nuestras necesidades, sin importar que estemos pasando por tiempos difíciles, cambios de estación, alteraciones del clima o una alimentación no balanceada. Lo que Cristo quiere es bendecirnos y que salgamos victoriosos de las pruebas, de las enfermedades, de las deudas, de los problemas y de las tribulaciones.

Pero la bendición de Dios no viene a nosotros solo con que nosotros lo declaremos y lo deseemos; existe una relación directa y dependiente entre nuestra obediencia a Dios, a sus leyes, estatutos y mandamientos y la bendición de Dios.

La primera bendición  a que tenemos derecho, es al amor de Dios y ciertamente necesitamos del amor de Dios y de su sanidad en todas las áreas de nuestra vida y sociedad; necesitamos que Dios sane nuestra tierra, nuestra familia,  nuestros cuerpos, nuestra mente y nuestro corazón y esto solo es posible a través de Cristo, nuestro Salvador.

Cuando Jesús inicia su ministerio y   llega a Nazaret, donde había crecido, siendo el día de reposo (el Sábado) entro a la Sinagoga, conforme a la costumbre y leyó en el libro de Isaías, donde está escrito: “El Espíritu del Señor esta sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.”

Esta es la bendición de Dios que nos llega a través de Cristo, para traer sanidad a nuestra vida:  traer bendición material (dar buenas nuevas a los pobres), sanación de nuestras emociones, de nuestro corazón (sanar  los quebrantados de corazón), traer libertad a los adictos a las drogas, al sexo, al alcohol, a los esclavos físicos y mentales (libertad a los cautivos), abrir los ojos espirituales de todos los ciegos, gente que anda en tinieblas (vista a los ciegos) y sanidad a los ojos también, y liberación para los oprimidos espiritualmente, (poner en libertad a los oprimidos) victimas de posesiones y demoniacos y finalmente, libertad para predicar, proclamar la palabra de Dios, (el año agradable del Señor) El año agradable del Señor, es el tiempo de la bendición, de la sanación, de la abundancia, del gozo, de la paz, tiempo de corregir lo que este malo y de enderezar lo que este torcido, es tiempo de arrepentimiento; de lavar con nuestras lágrimas, los pies de Jesús, es tiempo de agradecimiento.

Es tiempo de celebración, de gozo, de cantico nuevo; es tiempo de sanidad, de reclamar nuestra herencia, de sumergirnos en el océano del amor de Dios, con todo nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro corazón, porque ciertamente Cristo llevo en la cruz todos nuestros pecados y en sus llagas fuimos todos sanados.

Es tiempo de obediencia, de sumisión, de cumplir lo que prometemos, de cuidar nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro corazón, consagrándonos a Dios, guardándonos del mal, corrigiendo lo que tengamos que corregir, porque tenemos fe, confianza y la seguridad de que Dios nos sanara y bendecirá nuestra vida, nuestro cuerpo,  nuestros hijos, nuestro trabajo, nuestras finanzas, nuestros pensamientos y nuestro corazón.

En Cristo se hacen realidad todas las promesas de Dios; abre tus manos, tu mente y tu corazón y recibe la unción de Dios, la sanidad y la prosperidad que vienen a través de las bendiciones a la obediencia a Dios.

“Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados.”

1 Pedro 2:24

Nueva Versión Internacional (NVI)

Autora: Hefzi-ba Palomino

Escrito para www.devocionaldiario.com

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