Las bendiciones de la Obediencia – Hefzi-ba Palomino

Las bendiciones de la Obediencia

por Hefzi-Ba Palomino

biblia-estructuraNo haréis para vosotros ídolos, ni escultura,
ni os levantareis estatua, ni pondréis en vuestra
tierra, piedra pintada, para inclinaros a ella;
Porque yo soy Jehová, vuestro Dios.

Levítico 26.1

Me pongo a pensar en el tiempo que empleamos los hijos de Dios a orar pidiendo a Dios bendiciones, bendiciones y mas bendiciones, cualquiera que sea la forma que la bendición tenga: salud, dinero, amor, paz, felicidad, o abundancia, entre muchas otras, mientras que nuestra vida sigue su curso normal, sin cambios aparentes y reales y por consiguiente sin ninguna transformación interior; cuando en realidad deberíamos utilizar mas tiempo en El, en buscarlo, en leer la palabra, en abandonar nuestra antigua manera de vivir y esforzarnos por ser santos, como El es Santo; en sujetarnos y obedecer su palabra, entonces descubriríamos que ni siquiera necesitamos abrir nuestra boca para que nuestro Padre Celestial, sepa de que tenemos necesidad; cuando seamos obedientes y sujetos, las bendiciones nos alcanzaran, no tendremos que ir persiguiéndolas, porque sencillamente, ellas vendrán a nuestra vida, conforme a la perfecta voluntad de Dios y en su tiempo.

Jesucristo cambio la historia de la humanidad en antes y después de… y es imposible que llegue realmente a nuestra vida, sin producir ningún cambio; sin que sientas el toque del Espíritu Santo; sin que te convenza de cambiar tu vida; sin que cambie tu historia personal en antes y después de…

El primer requerimiento de Dios para nosotros, está a la cabeza de este devocional.
2º. Guardad mis días de reposo, y tened en reverencia, mi santuario. (Lv. 26.2)
Y Firma: Yo, Jehová.
3º. Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusieres por obra. Lv. 26:3
Entonces:
26.4 Yo daré vuestra lluvia en su tiempo y los árboles darán su fruto.
Lev. 26.5 Comeréis del fruto de vuestro trabajo. No trabajareis en vano, sino que veréis el fruto de tu trabajo.
Lev. 26.6 Tendréis paz, en vuestra tierra, vuestro país, vuestra casa, vuestro trabajo, vuestro corazón.
Lev. 26.7 Tus enemigos no podrán vencerte. Tú serás un vencedor.
Lev. 26.8 Veras a tus enemigos, caer delante de ti.
Lev. 26.9 Tendréis multiplicación, fruto, abundancia en toda obra de tus manos.
Lev. 26.10 No necesitaras guardar lo añejo, pues comerás lo fresco, lo nuevo, lo sano.
Lev. 26.11 Dios mismo andará en medio de nosotros, sentiremos su presencia y su protección sobre nosotros, nuestra casa, nuestros bienes y nuestra familia.
Lev. 26.12 Dios será nuestro Dios y nosotros seremos su pueblo; quebrará el yugo de nuestra servidumbre y seremos libres en Cristo. Seremos cabeza y no cola.

El salmo 91, es una tremenda bendición para los que “habitan al abrigo del Altísimo” es decir, para los que obedecen y guardan los mandamientos y estatutos de Dios. Recordemos que nuestro Salvador es Judío y que nuestra fe viene de los judíos, por lo que no podemos ignorar el profundo significado que tienen las palabras de La Biblia, los salmos, el antiguo y nuevo testamento.

En una boda judía a la que asistí, el Rabino oficiaba la ceremonia frente a los novios como en cualquier boda, pero lo que me llamó la atención es que los novios estaban bajo una especie de carpa, sostenida por cuatro patas que los testigos sostenían; cuando terminó la ceremonia pregunté la razón de la “cubierta” y me explicaron que era un símbolo que representaba el tabernáculo y la protección de Dios que se invocaba sobre la pareja, porque ellos estaban haciendo votos de guardar la palabra, la Ley y los Estatutos de Dios y que mientras ellos, así lo hicieran, Dios estaba sobre ellos, como esa carpa, cubriéndolos, protegiéndolos, guardándolos y evitando que el enemigo los dañara y que obedecer era precisamente eso: vivir bajo el abrigo del Altísimo. Es tan hermoso este Salmo que me gozo en recitarlo y bendecirte hoy con una buena parte de el:

El que habita al abrigo del Altísimo
Morara bajo la sombra del Omnipotente.
Diré yo a Jehová: Esperanza mía y castillo mío;
Mi Dios, en quien confiaré.
El te librara del lazo del cazador,
De la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá
Y debajo de sus alas estarás seguro;
Escudo y Adarga es su verdad.(Jesús)
No temerás el temor nocturno,
Ni saeta que vuele de día,
Nin pestilencia que ande en oscuridad,
Ni mortandad que en medio del día destruya.
Caerán a tu lado mil
Y diez mil a tu diestra;
Mas a ti no llegará
Ciertamente con tus ojos miraras
Y veras la recompensa de los impíos,
Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza,
Al Altísimo por tu habitación.
No te sobrevendrá mal,
Ni plaga tocará tu morada
Pues a sus Ángeles mandará cerca de ti,
Que te guarden en todos tus caminos.

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