Mejor es tu Misericordia que la vida – Guaroa T. Gautreau

MEJOR ES TU MISERICORDIA QUE LA VIDA.

por Hermano Guaroa T. Gautreau

bible-reading14“porque tu misericordia es mejor que la vida, mis labios te alabarán. (Salmo 63:3)

Una de las cosas que muchas veces los creyentes pasamos por alto son los continuos actos de misericordia de nuestro Dios, especialmente los que aparentan ser pequeños o aquellos a cuales estamos acostumbrados, que los tomamos como “normales”.

En ocasiones, hasta un acto de amor y de compasión tan grande e incomprensible como la salvación de nuestras almas lo llegamos a considerar “natural”, cuando deberíamos saltar como aquel cojo que El señor sanó y daba saltos de alegría.

Así como un pez vive, respira, nada y hace su vida totalmente inmerso en el agua y si lo sacan muere, así todos las criaturas de Dios viven rodeados de Su misericordia. Pero los creyentes tenemos una porción especial de la misericordia y cuidados del Señor con nosotros y eso debe llevarnos a ser más agradecidos y a glorificar Su nombre continuamente. Y esa misericordia realmente es mejor que la vida.

Cuando el salmista se refiere a la vida, no se refiere a la vida eterna, pues sabemos que la Vida Eterna es Cristo y que El es mejor que todo y de hecho, el estar con El, incluye la mayor misericordia que un ser pecador redimido puede tener.

Es evidente que David se refiere a la vida terrenal y sus logros. Nos quiere decir que no importa que alguien sea rico, hermoso, saludable, alabado por sus semejantes, honorable, respetado, que tenga poder, que viva una vida larga y Dios le conceda todo lo que su corazón desee. Si no tiene esa misericordia especial de Dios, realmente no tiene nada.

Todo lo terrenal pasará y aquel que obtiene cosas de este mundo y no es rescatado por el Señor no es más que un miserable. Por eso es mejor tener una vida terrenal con necesidades, aflicciones, enfermedades y vivir constantemente pidiendo perdón al Señor y luchando con nuestras debilidades espirituales y físicas y ser objeto del cuidado especial de Dios, aquel cuidado que El sólo le da a Sus hijos y que nos llevará a morar con El para siempre.

Pero, hermanos, debemos recordar la segunda parte de nuestro texto: “..mis labios te alabarán”. Verdaderamente, estamos en falta y siempre lo estaremos. Nunca, nunca podremos glorificar a Dios como El se lo merece. ¡Es tanto lo que ha hecho por nosotros! Y continuamente sigue haciendo. Sus misericordias son tantas que yo le aseguro a ustedes que no tengo temor de afirmar que la mayoría se nos han olvidado. Es nuestra mente tan frágil y sobre todo tan afectada por la caída, que como alguien dijo “olvida lo que no debe olvidar y recuerda lo que no debe recordar”.

En una breve meditación, comencé a recordar mi vida desde que era niño y en todo lo que pude recordar había pecado involucrado, algunos por decir así, “ligeros” (todos los pecados son terribles ante Dios) y otros “groseros”. En verdad, Dios con todo derecho y con toda la motivación que yo le di por mis actos pudo hacerme como le hizo a Nadab y Abiu (Lev.10:1-2) y haberme cortado de la tierra de inmediato, pero prefirió tratarme con misericordia, aún cuando yo no le conocía. ¡Qué bueno es Dios!, ¡cuánta misericordia!, ¡cuánta ternura! Y sé que me ha librado aún de cosas de las cuales yo nunca me he enterado y de las que quizás nunca me enteraré en esta vida.

Hermano mío: yo no sé cual ha sido el trasfondo de tu vida. Pero cual que sea, medita en eso y glorifica a Dios. Si has tenido un origen tranquilo y poco escandalizante, glorifica a Dios, que te dio unos padres que se ocuparon de ti y te hizo desarrollar en un ambiente de una gran gracia común y que no te dejó ahí, sino que te hizo partícipe de Su salvación, no dejando que te creyeras que esa vida aparentemente buena era suficiente para ser salvo.

Si has tenido una vida tumultuosa como hemos tenido muchos, glorifica a Dios, que no pasó un juicio inmediato sobre ti y te preservó y te soportó con paciencia hasta el tiempo por El designado para que conocieras las riquezas de Sus misericordias en Cristo.

El Salmo 63, continua diciendo, luego del versículo que hemos citado: “Así te bendeciré mientras viva, en tu Nombre alzaré mis manos.” (Salmo 63:4)

Eso es lo nuestro. Dios es nuestra porción y no hay mejor porción que esa. Si nos ha tocado lo mejor, por agradecimiento y hasta por lógica, debemos estar eternamente agradecidos.

Solo quiero terminar con las palabras de Pablo en 2 de Corintios 9:15 “¡Gracias a Dios por su don inefable!”.

¡Que el Señor les bendiga!

Escrito para www.devocionaldiario.com

Nota: Las citas de este artículo son de la Biblia de las Américas.

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