Cuando derramo mi corazón a Dios – Estephany Cordova V.

Cuando derramo mi corazón a Dios

“Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”.

Mateo 6,7-8

Cuando derramamos nuestro corazón a Dios como vaso que derrama el líquido que contiene, sucede el acontecimiento más hermoso de todos. Dios se regocija; ya que habremos hecho la oración más sincera, llena de clamor, amor, no importa si fue con las últimas fuerzas que nos quedaba; eso es lo de menos, nuestro Padre vio que su hijo, hija acudió a Él, su refugio.

Dios es hermoso, es bello, majestuoso y aunque a veces parece estar en silencio, permítame decirle que nunca en realidad lo está.

Sí, es duro estar en un desierto espiritual y caminar largas horas, días, quizás meses y querer al menos divisar un río con aguas cristalinas o un frondoso bosque con ricos frutos en sus árboles. Es una de las experiencias más duras que la mayoría de nosotros atravesamos.

En el evangelio de Mateo, nuestro Señor y Salvador nos exhorta a orar, tener una comunicación con nuestro Padre sin usar vanas repeticiones o palabras quizás muy sofisticadas sino nace del corazón, sino son sinceras no tiene sentido hacerlo, y no piense que Dios no lo escuchará, al contrario, él sabe todo pero sabrá también que algo faltó, quizás la presencia de usted; ya que su cuerpo puede estar presente en la oración pero si su espíritu no está dispuesto, entonces no habremos hecho en realidad mucho.

Jesús bien claro dijo que Dios sabe todas las necesidades que tenemos, es decir Él sabe de aquel trabajo que aún no encuentra o de aquella calificación baja que desea subir, quizás de aquel joven o jovencita que han empezado a sentir algo hermoso por el otro, sabe de nuestras acciones al revés y derecho. Hacerle una trampita a nuestro Dios es imposible, esconder alguna actitud, palabra dicha, pensamiento simplemente no se puede.

En el Salmos 62 nos habla de lo siguiente:

En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré mucho. Salmos 62, 1-2

En aquella palabra, hallamos la palabra clave, REFUGIO. Así es, nuestro Dios puede llegar ha convertirse en nuestro refugio, si así lo deseamos, todo depende de nosotros, él no nos obligará pero él se encuentra ahí listo para protegerte, para que dependas de él.

Si Dios es nuestro mejor refugio, no hay necesidad; por lo tanto, de buscar otros que parecen serlo. Dios es EL Refugio.

Cuando nos sintamos afligidos o estemos atravesando por desiertos y tengamos luchas entonces en primer lugar, no olvidemos derramar nuestros corazones en oración, no se preocupe si se da cuenta que no tiene deseos de hacerlo o quizás no tiene las suficientes fuerzas, basta con que llega a su habitación y con la puerta cerrada invite a su corazón a gritar lo que hace días, meses desea clamar a Papá Dios. Luego de ello, no olvidemos que Dios desea ser nuestro refugio y protegernos, pero sin olvidar que todo obra para bien, hasta nuestros errores, defectos si estamos bajo la cobertura de nuestro Creador, entonces tranquilicémonos incluso de todo lo antes mencionado, aprenderemos una gran lección.

No deje de orar hermano, hermana, no piense que Dios no escuchará sus oraciones, sí lo hará pero  pídaselo, clame, llore si desea hacerlo pero siempre con Él.

Le invito a derramar su corazón, sea sincero(a) con sus propias palabras, cuente todo lo que Dios necesita saber de sus labios para trabajar en su crecimiento.

Dios es bueno, es fiel, es Amor y al amor no se puede ignorar; ya que se estará desperdiciando uno de los dones más hermosos dados.

Su corazón está a punto de estallar, estállelo en presencia del Señor, vamos hermanos, su corazón tiene muchas cosas que contar a su creador, no le niegue ese gran privilegio. Dios lo está esperando, tiene los oídos listos para escucharlo, y tiene un refugio que brindarle. Solo decídase a hacerlo.

¿Por qué hoy no? Es un buen día =)

Autora: Estephany Cordova V.

Escrito para www.devocionaldiario.com

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