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Llevando una vida en el Espíritu – Kenny Quijada

Llevando una vida en el Espíritu

por Kenny Quijada

“Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.”
Romanos 8:12-16

Según el diccionario de la RAE, deudor significa:

1. adj. Que debe, o está obligado a satisfacer una deuda.

En pocas palabras, un deudor es una persona que debe algo a alguien y que tarde o temprano debe pagar para quedar libre de dicha deuda.

En el ámbito espiritual, esta deuda la contraemos al momento de recibir a Cristo como nuestro Señor y Salvador personal. Deuda la cual no nos debería pesar, pues para nosotros es un verdadero privilegio ser constituidos hijos de Dios y recibir el regalo de la vida eterna que solo Dios nos puede dar.

En el pasaje que tomamos como base podemos darnos cuenta que el apóstol Pablo les dice a los romanos: “Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” (Romanos 8:12-14); y claramente podemos darnos cuenta de que como hijos de Dios, somos deudores pero no a la carne, sino al Espíritu y la única forma que tenemos de pagar esa deuda es consagrándonos a Dios, haciendo día tras día su voluntad y viviendo una vida que sea agradable a Él.

Es triste ver como hoy en día, siervos y siervas del Señor, viven unas vidas conforme a la carne, desagradando en todo tiempo y momento a nuestro Señor, dejando malparado el nombre de Jesús, y pisoteando a cada instante la sangre del unigénito hijo de Dios con sus actitudes, dejando claramente ver en sus vidas los frutos de la carne, frutos que bien sabemos no son del Espíritu.

La Biblia dice: “Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.” (1 Juan 3:9-10). Todo el que ha reconocido a Jesucristo como Señor y Salvador, no quiere decir que no peca, todos somos pecadores, esta palabra de Juan quiere decir que el creyente no peca deliberadamente, no tiene una vida espiritual acomodada de tal manera que el pecado no le causa el mínimo cargo de conciencia, pues el Espíritu de Dios que mora en todo creyente, lo redarguye de pecado. ¿Cuánto creyente hoy día no practica la injusticia? ¿Cuánto creyente hoy día no murmura contra su hermano? ¿Cuánto creyente hoy día no se la pasa juzgando y viendo la paja en los ojos de los hermanos en vez de verse la viga que tiene en sus propios ojos?

Las obras de la carne son las siguientes: “adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas” y dice la Biblia que los que practican tales cosas no heredarán el reino de los cielos. Los frutos del Espíritu son los siguientes: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” y dice la Biblia que contra tales cosas no hay ley. ¿Qué frutos o que obras son las que se manifiestan hoy día en tu vida?

“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.” (Gálatas 5:25,26)

Amados hermanos, no juguemos con la misericordia de Dios, vivamos el evangelio y demos testimonio de que verdaderamente Cristo vive en nosotros, como bien lo pudo decir Pablo. Pongamos ese granito de arena para que día a día el reino de los cielos siga creciendo y así cuando suenen las trompetas podamos irnos a la patria celestial junto a nuestro Amado Jesucristo.

Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. (Mateo 7:19,20).

¿Que fruto estas dando hoy día?

Escrito para Devocional Diario.com

Publicado en http://blog.vivoparacristo.info

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