Dejando la ropa de prisionero – Richy Esparza

Dejando la ropa de prisionero

“Joaquín dejó su ropa de prisionero, y por el resto de su vida comió a la mesa del rey.” 

Jeremías 52:33 (Nueva Versión Internacional)

Joaquín fue el último rey de la dinastía del reino de Judá. Ante el poderío de Nabucodonosor no le quedó otra opción que entregarse, pues el juicio de Dios ya había sido dado sobre él y su pueblo (Reyes 24:8-17). Él vivió la época donde el templo del Dios Altísimo fue usurpado por enemigos y la muralla de Jerusalén derribada. Joaquín fue sentenciado a prisión y su tío fungió como rey de la ciudad de Judá. Pasaron los años y cuando Evil Merodac subió al trono en Babilonia, él mandó sacar de su prisión a Joaquín. Se entiende que Dios le tuvo misericordia, no mirando su pecado y lo sacó de su cautiverio. Durante el resto de su vida comió a la mesa del rey, y éste le dio una pensión diaria, dándole una posición más alta que a otros reyes de Babilonia. Joaquín dejó su ropa de prisionero y volvió a tomar su identidad de rey.

¿Y qué no es eso lo que hizo Jesús con nosotros? Él no miró nuestra iniquidad, perdonó toda transgresión realizada por nosotros o nuestros antepasados. Nos sacó de nuestra prisión para darnos vestiduras de reyes y sacerdotes. Por Su sacrificio nos permite sentarnos día a día a la mesa del Rey de Reyes. Para comer Su palabra y estar en Su presencia

Querido hermano(a) Jesús quitó de ti los harapos de esclavo que vestías: tu pecado. Dios ya no mira en ti a aquel que estuvo en prisión, sino a un rey que fue liberado de su cautiverio. Reconoce Su favor todos los días de tu vida, aborrece todo lo que te recuerde tu prisión. Y ama todo lo que ama Jesús, quien te devolvió tu linaje.

Todos los días tienes el enorme privilegio de sentarte a la mesa de Dios, tu Padre, y de gozarte con él. Hazlo.

Eres alguien con linaje real, vive honrando a tu Rey. Mantén un corazón agradecido a Jesús, que un día te sacó de tu prisión y echó al abismo tus viejos harapos, para darte una túnica real. Honra a Dios con tu agradecimiento, sentándote a su mesa todos los días y disfrutando todo lo que Él te ha dado. Comenzando por Su presencia.

Vive tu realeza.

 

Autor: Richy Esparza

Escrito originalmente para www.devocionaldiario.com

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