Siga las instrucciones – Osmany Cruz Ferrer

SIGA LAS INSTRUCCIONES

“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”

(Josué 1:8)

No puedo seguir guardándome esto para mi, debo ser honesto y hacerles una confesión. Sean indulgentes conmigo por favor, el solo hecho de decirles esto, es un gran paso en función de solucionar el mal que me aqueja. Necesito comprensión y misericordia. Tengo un grave problema con los “abre fáciles”. Sí, con esas etiquetas que aparecen en los envoltorios de productos. Indican con una flecha el lugar más adecuado para abrir la bolsa o envase, al menos eso es lo que parece. Sin embargo, lo intento, lucho con pestañas de paquetes de galletas sin conseguir mi propósito a la primera. Los chocolates son los más difíciles, si al menos fuera fisiculturista tal vez tendría más éxito, pero no, el “abre fácil” se resiste y me consterna hasta tener que recurrir a mi esposa. Ella con donaire toma el envoltorio en las manos, hecha un vistazo y ¡zas! Lo que me habría tomado minutos le costó segundos. Entonces quedo maravillado ante la destreza sin par de la mujer con quien comparto la vida. Encuentro en este suceso una nueva razón por la que me casé con ella y me maravillo de lo fácil que le resultó todo. Ella dice que el secreto está en fijarse bien, en seguir las instrucciones. Debe ser verdad, estoy seguro que sí, tendré que ser más cuidadoso en el futuro, intentaré no darme por vencido, procuraré fijarme mejor en lo adelante.

Estas simpáticas peripecias con los “abre fáciles” me recuerdan episodios más importantes de mi vida. Ocasiones en las que lo sencillo se me hizo infinitamente complejo por el descuido insano de no prestar atención a las instrucciones de Dios. Decisiones por tomar que fueron  pospuestas, aunque sabía de antemano el camino a seguir. Reacciones que pude evitar si hubiera mirado con detenimiento el curso de mis emociones a la luz de la Palabra de Dios. Incidentes lamentables que se prolongaron innecesariamente por falta de juicio doctrinario. Encuentros y desencuentros vivenciales que desgastaron mi energía en momentos determinados.

Miro atrás y me doy cuenta que, a veces, no tuve la sensatez de pedir ayuda para lidiar con diversas cuestiones. Alguien más podía haberme ayudado a establecer el mejor curso de acción, pero no lo vi así en ese instante. Hoy, después de muchas frustraciones, intentando resolver ciertas cosas a mi manera, me doy cuenta que generalmente hay una solución sencilla para nuestros conflictos. Me percato de que cualquiera que sea la realidad que nos asusta, hay una salida. También reconozco que suele faltarnos el valor para hacer aquello que corresponde en cada caso, y por ello, debemos pedirlo al Señor. Estas son lecciones que debemos aprender en el viaje de la vida. De ello depende que esta sea más llevadera y feliz.

No soy un experto en “abre fáciles”, sigo lidiando con la obstinación de creer saber la manera de hacer todo en mis propias fuerzas, pero ahora, después de tantas vivencias,  estoy más sensible a la voz de Jesús y más dócil a la hora de entender la forma más conveniente de actuar. Procuro fijarme mejor en las instrucciones de Dios escritas en su libro, la Biblia. Lo hago con detenimiento, sabiendo que de ello depende todo lo bueno que pueda alcanzar. Me ilusiono, sobre todo, con el porvenir, sabiendo que el Señor siempre estará allí, él me ayudará, no importa lo que pueda venir.

Autor: Osmany Cruz Ferrer

Escrito para www.devocionaldiario.com

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