Jesús Adrian Romero – Mi Propia Tarjeta

Mi Propia Tarjeta

mi-propia-tarjeta¿Alguna vez recibiste una tarjeta de felicitación con una leyenda impresa y alguien solo la firmo al pie de la página? ¿Te gusto?
A la mayoría de las personas no nos gusta este tipo de tarjetas, porque no fueron escritas por la persona que la envió.

Aprendí esta lección cuando conocí a Pecos y le regale una tarjeta impresa. Con mucho tacto me dijo que prefería una tarjeta en la que yo escribiera mis propias palabras, una tarjeta en la que ella podía ver mi corazón y mis emociones. Desde entonces, cada vez que le voy a dar una tarjeta, busco una que este totalmente en blanco y escribo mis propias palabras.

Muy parecido a esto es lo que sucede cuando nos reunimos a adorar y entonamos canciones de adoración. Al hacerlo regularmente cantamos canciones que alguien mas escribió. Son palabras o poesías que alguien mas sintió y les puso música. Claro que nosotros podemos apropiarnos de esas canciones y adorar a través de ellas, pero yo me pregunto si a veces Dios pensara: “Esas son palabras muy bonitas pero tu no las escribiste. Yo quiero escuchar tus propias canciones”.

Tal vez digas: “Pero yo no sé cantar, ni escribir canciones, ¿Cómo le voy a hacer mi propia canción al Señor?”.
Creo que así como nosotros preferimos las palabras de algún ser amado a las de un poeta profesional, Dios quiere escuchar nuestras propias canciones, El quiere que le cantemos lo que hay en nuestro corazón, no importa si nuestras canciones no tienen rima ni métrica o cantemos desentonados.

Es aquí donde entra el cántico nuevo. Dios quiere que le entonemos un nuevo cántico cada vez que le adoremos. Déjame explicarlo:
La mayoría de las canciones de adoración tienen terminaciones muy sencillas, no porque los músicos no tengamos más ideas, sino que intencionalmente hacemos terminaciones sencillas para que los adoradores tengan la oportunidad de “escribir” sus propias canciones al Señor.

Es interesante que cuando acabamos de entonar una canción de adoración, la mayoría quieren concluir con un aplauso, pero al hacerlo nos estamos perdiendo la oportunidad de hacer un cántico nuevo.

Es al final de una canción o en algún intermedio donde todos nos volvemos compositores. Para ese tipo de composiciones no hay reglas de métrica o rima. Regularmente los músicos solo tocamos uno o dos tonos para no complicarlo. En ese momento no importa si eres desafinado o tus palabras no son tan poéticas. Lo más importante es que tu corazón le exprese a Dios lo que sientes. Es allí donde haces a un lado la melodía que alguien más escribió y le dices al Señor: “Aquí está mi canción Señor”, “Aquí está mi poesía” “Esto es lo que siento por ti”.

Cuando los músicos y yo tenemos reuniones de adoración en las oficinas de Vastago, la mayoría de nuestra adoración es cántico nuevo, tal vez pensarías que por ser nosotros compositores nos dedicamos a cantar las canciones que grabamos en nuestros proyectos pero no es así. La mayor parte de nuestra adoración es cántico nuevo. Una vez que has hecho esto una practica constante en tu vida, esperas con ansias el momento del cántico nuevo.

Este próximo domingo escribe tu propia tarjeta para Dios.

Autor: Jesús Adrián Romero

www.vastago.com

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