Sin temor – Osmany Cruz Ferrer

SIN TEMOR

“No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando viniere, porque Jehová será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso”

(Proverbios 3:25,26)

El miedo es la incredulidad pintando cuadros en nuestra mente. El 90 % de nuestros temores nunca llegan a materializarse. Lo hipotético de un infortunio nos hace vivir emociones que afectan nuestra cotidianidad. El miedo es tóxico, es contrario a la fe y albergar semejante huésped nos propinará resultados indeseables. No podemos permitir que el temor campee en nuestros espíritus redimidos, no debe haber lugar para tal nociva actitud en aquellos que son habitáculos de la Deidad. La fe no puede coexistir con el miedo, se contrapones y son adversarios eternos; o tenemos temor, o creemos en el Señor y su perfecto cuidado sobre nosotros, no hay posibilidad de ir a medias en esto.

En los día de Salomón era muy posible que repentinamente llegarán bandas armadas para saquear pueblos y ciudades. No habían protocolos de guerras fiables, por lo que el miedo a un asalto, a una acción bélica enemiga, tenía ciertas probabilidades de llegar a ocurrir. Aun en ese caso, el proverbista exhorta a no temer, porque el temor siempre es una elección personal.

Es probable que la enfermedad llegue, pero el temor a que ocurra no debe aprisionarnos. Es muy posible que alguien nos traicione, pero no por ello miraremos con sospecha a cada persona que se acerca a nosotros. Hay posibilidades reales de fracasar en algún proyecto, pero eso no puede neutralizar nuestras aspiraciones y accionar. Tenemos necesariamente que confiar en el Señor. Esa es la espectacular estrategia de Salomón. Desde la confianza en Dios es que se afronta la vida, si es que se quiere vivir con plenitud.

Temer no resuelve nada, es un estado del alma sin utilidad positiva, nos retiene y sujeta nuestra voluntad, lo cual nos impide avanzar en ese frente que nos asusta. Temer es una pérdida de tiempo. El miedo debe ser reemplazado por la confianza, es la única manera de deshacernos de él. Elegir confiar sí que produce un efecto positivo en nosotros porque elimina la ansiedad directamente, la liquida como un diestro francotirador elimina a su blanco. Tenemos un exceso insufrible de futuro y ello nos desestabiliza el presente. El mundo nos empuja a temer como una forma válida de subsistencia, pero el miedo mata a sus hospedadores.

Salomón no niega la posibilidad del contratiempo, él ha vivido lo suficiente como para ser un triunfalista irracional. Puede que llegue el impío, puede que nos sobrevenga el mal, pero ¡el Señor nos preservará! Dios se hace presente, él se coloca de nuestro lado y el temor deja de tener esa ilusoria apariencia de invencibilidad. Esta es la experiencia del cristiano, esta es la vida de fe: Emanuel, Dios con nosotros.

Si el enemigo nos embosca estaremos listos en fe. Sí el incidente inesperado se cruza a nuestro paso, Dios nos dará gracia para lidiar con él. Sí el dolor nos alancea el alma, lo viviremos desde la confianza en Aquel que nos librará un día y para siempre de todas nuestras lágrimas.

No se puede vivir desde el temor y estar en paz, o tener gozo a la vez. El miedo es enemigo de todas las emociones beneficiosas. No es coexistente el fruto del Espíritu en nosotros y el temor. Así que hay que decidir que hacer, porque las ambigüedades lo que hacen es anular el bienestar de una vida en Cristo, plena y vigorosa. Elijamos vivir sin temor, que sea un código a respetar, que sea un eslogan para proclamar cada amanecer y antes de ir a la cama a descansar de la larga jornada. Sin temor, sin temor, ese es el estribillo de un redimido.

“En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque sólo tú, Jehová, me haces vivir confiado”.

(Salmos 4:8)

Por: Osmany Cruz Ferrer
Escrito para www.devocionaldiario.com

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