¡Un gran trabajo! – Naty Cardozo

¡Un gran trabajo!

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Contra tales cosas no hay ley.”

Gálatas  5:22-23

Quiero compartir con ustedes  un pequeño relato que me llamo mucho la atención y que  estuve reflexionando toda la semana y se que a ustedes también les servirá para reflexionar sobre lo que Dios nos dio y como nos manejamos con ello.

Uno de los desafíos más grandes que tenemos como hijos de Dios es imitar a SU HIJO, al Señor Jesús, y esto es un desafío  muy difícil del día a día, porque constantemente nos estamos encontrando con situaciones que  nos ponen a prueba y que de alguna manera reflejan lo que hay dentro de mi corazón y en mi vida.

Por esto mismo quiero dejarles esta pequeña ilustración, que nos hará reflexionar sobre la misión y el trabajo diario que tenemos cuando nos queremos parecer más a Jesús en todo su ser.

Un viejo ermitaño, uno de esas personas que por amor a Dios se retiran a la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a la oración y a la penitencia. Se quejaba a menudo de que tenía demasiado trabajo.

Un día una de esas personas que le visito, le pregunto:-¿Cómo es posible que tenga tanto trabajo si esta solo en medio de la nada?

El ermitaño contesto:- tengo que adiestrar dos halcones, entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno y domar un león.

El visitante miró alrededor esperando ver  algunos animales, pero no vio a ninguno.

-¿Y donde están todos estos animales? Pregunto.

Entonces el ermitaño le dio una explicación que enseguida comprendió:- Estos animales, están en nosotros, los tenemos todos los habitantes de este mundo.

Los dos halcones, que son mis ojos se alzan sobre toda presa, sea buena o sea mala, y tengo que domarlos para que solo se lancen sobre la buena.

Las dos águilas, que son sus garras hieren y destrozan, son mis manos y tengo que entrenarlas para que se dediquen a servir a los demás y para que ayuden sin herir.

Los conejos que son mis pies, siempre quieren ir donde les plazca, huir de los demás y esquivar las cosas difíciles y tengo que enseñarles a estar quietos aunque haya sufrimientos, problemas o cualquier cosa que les cause disgusto.

Aunque es más difícil vigilar a la serpiente, que es mi lengua, porque aunque se encuentra encerrada en una jaula de treinta y dos barrotes, a penas se abre la puerta, siempre está lista para morder y envenenar a todos los que la rodean. Si no la vigilo de cerca, puede hacer mucho daño.

El burro es muy obstinado, nunca quiere cumplir con su deber. Es mi cuerpo que siempre está cansado y al que le cuesta muchísimo asumir y llevar las cargas de cada día.

Y finalmente necesito domar al león, que es mi corazón. El quiere ser el rey, quiere ser siempre el primero, es muy vanidoso y orgulloso.

¿Te das cuenta del gran trabajo que tengo?

Autora: Naty Cardozo

Escrito originalmente para www.devocionaldiario.com

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