Mi precioso regalo de Dios – Marisela Ocampo O.

Mi precioso regalo de Dios

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Glorifico el nombre de Jesucristo mi Señor y Redentor, Él, el Hijo del Altísimo me ha regalado la salvación, me ha dado la dicha de permanecer en todo momento amparada bajo los brazos de Dios y ser sustentada por su bendita gracia y su benevolente e inagotable amor. Además me ha enseñado a reconocer el valor de cada una de las bendiciones que inmerecidamente me da, entre ellas la bendición de tener a mi lado a un hombre tan valioso como mi esposo, un hombre en cuyo corazón se alberga el amor, la ternura y la bondad de Dios.

Quiero compartir con ustedes y especialmente con aquellas mujeres que de una u otra manera no han entendido la importancia que tiene el esposo dentro del hogar, el gran papel que ellos cumplen para que nosotras como hijas de Dios crezcamos y maduremos en el espíritu conforme la Escritura y lo bendecidas que somos al tener un ministerio tan importante como lo es el matrimonio, por medio del cual podemos glorificar y honrar a Dios en Cristo Jesús nuestro Señor.

Debo confesarles que antes de que Cristo me encontrara yo no reconocía ni aceptaba la responsabilidad que tiene el esposo como cabeza, líder y sacerdote del hogar ante los ojos de Dios. En la medida en que el Espíritu de Dios ha venido obrando tanto en mí como en mi esposo, he podido ver en él, el fruto del arrepentimiento, de la salvación y del temor de Dios, y cómo poco a poco su corazón y su carácter es transformado a la imagen de Jesucristo, ¡gracias a Dios!

Hoy puedo decir que mientras más veo a Cristo reflejado en mi esposo más respeto y amor siento por él y al mismo tiempo mayor convicción de obedecer la voluntad de Dios. Sin embargo, soy consciente de que mi esperanza debe estar puesta en las promesas de Dios y no en mi esposo; mi gozo, mi paz y mi fortaleza depende y proviene del Señor no de lo que mi esposo me pueda ofrecer o del cómo me pueda hacer sentir. ¡Así que mujeres! la buena noticia es que Dios cumple sus promesas, su palabra es viva y eficaz; si nosotras como esposas primeramente reconocemos nuestra rebelión y nuestros pecados delante de Dios y pedimos a Él su perdón en Cristo Jesús, con certeza Él nos concederá su favor y nuestra fe será activada por el poder de su Espíritu en la medida que vamos obedeciendo y poniendo por obra cada una de sus divinas instrucciones, a fin de que a través de la transformación que el Señor va haciendo en nosotras, nuestros esposos de igual manera vayan siendo tocados por el amor, el servicio, la entrega, el respeto y la honra que les demostramos en Cristo Jesús, por amor a Él y para gloria de su nombre. El Señor me ha enseñado que si quiero que mi esposo cambie algo que está desalineado a su palabra y como consecuencia de ello nuestra relación con Él y nuestra relación marital se ve afectada, debo reconocer primeramente que ese cambio empieza por mí, a mi esposo le será más fácil experimentar el cambio si le ayudo comportándome de acuerdo a los mandatos de Dios y obrando con él como Cristo obra conmigo; es decir, tratándolo con el mismo amor y la misma misericordia con la que Dios me trata a mí a través de Jesús. Debo amar, respetar y honrar a mi esposo por amor al Señor que rige mi vida “Jesucristo”, si amo y respeto a Cristo me será fácil amar y respetar a mi esposo, Él dio su vida por mí y mi manera de agradecerle es obedeciendo su palabra, poniéndola en práctica prioritariamente con mi esposo “mi precioso regalo de Dios”.

“De la misma manera, esposas, obedezcan a sus esposos. Si algún esposo no le cree a la palabra de Dios, podrá ser convencido sin que se le tenga que decir una sola palabra, sino a través de la conducta de ustedes al ver la forma de ser santa y respetuosa de su esposa”. 1 Pedro 3:1-2 (Palabra de Dios para Todos).

“Si eres consciente de tu mal comportamiento hacia tu esposo, te exhorto con amor para que te arrepientas delante de Dios y te vuelvas a sus mandamientos. Mira a tu esposo con amor, respétalo y hónralo con tu manera de ser; debes ser partícipe activa del proceso de restauración en tu matrimonio, no te conviertas en un estorbo de los propósitos que Dios tiene para tu esposo y para ti. Obedece la palabra y dedícate a adorar al Señor con la forma en que tratas a tu esposo, verás que Dios te respaldará y no te dejará en vergüenza. Él no sólo te cambiará a ti, también cambiará a tu esposo según sus designios”.

Que Dios nos favorezca con el don de su gracia en Cristo Jesús, para que los diseños del reino celestial sean establecidos en nuestros hogares, que así como se hace en el cielo se haga en nuestra relación marital. ¡Bendiciones! “Sírvanse unos a otros por respeto a Cristo. Esposas, estén dispuestas a servir a su esposo así como sirven al Señor. Esposos, amen a su esposa así como Cristo amó a la iglesia y entregó su vida por ella”. Efesios 5:21-22, 25 (PDT).

 “De la misma manera, los esposos deben saber vivir con su esposa y respetarla como es debido. Ella es más débil que ustedes, pero al igual que a ustedes, Dios le ha dado la vida como un regalo. Respétenla para que nada impida que Dios escuche sus oraciones”. 1 Pedro 3:7 (PDT).

¡Gracias Padre, por tu Hijo Jesucristo, por concederme en Él, el don hermoso de la salvación y además de ello por tantas otras bendiciones que me regalas, en especial por la bendición tan preciosa de tener a mi lado a un hombre que está siendo transformado día a día conforme a tu corazón, confío en tus promesas bendito Señor!

Por: Marisela Ocampo O.

Escrito para www.devocionaldiario.com

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