Una noticia inesperada – Marisela Ocampo O.

Una noticia inesperada

una noticia inesperada

“Todo está bien, he llegado a la cúspide del éxito y he logrado todas aquellas metas que alguna vez quise alcanzar. Puedo sentir la satisfacción del deber cumplido, me siento libre y pienso: ¡es hora de empezar a disfrutar! De repente, una noticia inesperada, una enfermedad maligna que invade mi cuerpo y pocas esperanzas de salir en victoria; un accidente que truncó mi vida y se la va llevando sin aviso alguno.

Qué paradójica es la vida, cuántos esfuerzos, cuántas privaciones e inhibiciones para lograr lo que una vez era el sueño perfecto; y ahora, todo parece no tener sentido, todo ello pierde valor, se escapa de las manos y se va por la borda después de tanto sacrificio”.

Esta es la condición de algunas personas en este preciso momento, durante toda su vida lucharon, se esforzaron y procuraron obrar de la mejor manera para lograr el cumplimiento de sus propósitos; sin embargo, no contaron con lo más importante, con el consentimiento de Dios, con su aprobación, consejo y dirección. “La gente hace planes, pero sólo el SEÑOR puede hacerlos realidad”. Proverbios 16:1 (Palabra de Dios para Todos).

Se siente mucha impotencia saber que a alguien cercano a ti pareciera llegarle la hora de partir de este mundo; algo que no es totalmente cierto, pues solamente Dios puede saber cuándo será ese momento y no necesariamente tenemos que estar enfermos para experimentarlo. Cualquiera de nosotros puede partir mucho antes de lo imaginado, de la forma y en el tiempo menos esperado. “Es que la vida del ser humano tiene un límite y tú SEÑOR conoces su duración. Eres tú quien fijaste ese límite y por eso no puede cambiarse”. Job 14:5 (PDT). De qué podríamos jactarnos cuando no somos dueños de nada y menos de la vida.

Claro está, sería cobardía desistir, desmayar y rendirse después de tanta entrega. Puede ser lo único valioso que a lo mejor nunca se hizo pero ha llegado el tiempo para hacerlo: “Dios, el Señor, entregó a su Hijo Unigénito para que diera su vida en una cruz y de esta forma nuestros pecados fuesen perdonados. Él resucitó al tercer día para darnos salvación y vida eterna y hoy nos está dando la oportunidad de reconocer está maravillosa verdad para que juntamente con Él podamos disfrutar de sus gloriosas y celestiales riquezas. No podemos dejar de humillarnos delante de Dios y reconocer nuestro tonto orgullo y la necia soberbia de haber pretendido vivir sin Él, pues sin Él, la vida no tiene sentido”.

Mientras reconozcamos que Dios es el único Señor, Creador absoluto, amo y dueño de nuestras vidas, Dios todopoderoso, omnisciente, soberano, bueno, justo y misericordioso; podemos tener la esperanza de ser fortalecidos independientemente de cualquier circunstancia. Mientras tengamos el gran regalo del Espíritu Santo por la gracia y la fe concedida e inmerecida por medio de Jesucristo, el Hijo del Altísimo, todo cambia de perspectiva; lo que parece tan malo realmente no es tan malo, el temor a lo inesperado desaparece, la incertidumbre de qué pasará ya no está y ya no hay más afanes, pues los propósitos han cambiado y ahora lo que era tan relevante dejó de serlo, pues Cristo es quien ocupa el lugar más importante en el corazón.

Cualquier cosa puede suceder, Dios es tan impredecible, su obrar es tan sobrenatural, su soberanía cada día nos puede sorprender. Él puede fortalecer, sanar y restaurar por medio de su Hijo Jesús; Él, Cristo, es dador de vida y si tenemos fe en Él, con certeza recibiremos de su parte esta gran bendición eterna. Tan eterna es la vida que Él ofrece que ni la muerte nos la puede arrebatar. Jesús le dijo: Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Si alguien vive y cree en mí, realmente no morirá jamás. ¿Crees esto?” Juan 11:25-26 (PDT).

“Confía al SEÑOR tu vida; confía en Él y Dios actuará”. Salmo 37:5 (PDT).

“¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana. Me digo: El Señor es mi herencia, por lo tanto, ¡esperaré en Él! El Señor es bueno con los que dependen de Él, con aquellos que lo buscan. Por eso es bueno esperar en silencio la salvación que proviene del Señor”. Lamentaciones 3:22-26 (Nueva Traducción Viviente).

“No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús”. Filipenses 4:6-7 (Dios Habla Hoy).

Independientemente de lo que esté sucediendo contigo, confía en Jesucristo, el Señor, Él tiene la última palabra. Yo soy el Señor, el Dios de todo ser viviente. Nada hay imposible para mí”. Jeremías 32:27 (DHH).

“Porque así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, también el Hijo da vida a quienes quiere dársela”.

Juan 5:21 (DHH).

Por: Marisela Ocampo O.

Escrito para www.devocionaldiario.com

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