No tratemos de ser justos en nuestras propias fuerzas, y menos por interés – Marisela Ocampo Otálvaro

No tratemos de ser justos en nuestras propias fuerzas, y menos por interés

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Cuando genuinamente nos sumergimos en la sabiduría divina que viene del Altísimo Jesucristo, nuestro Señor y Maestro, es inevitable querer seguirle y adorarle independientemente de las recompensas que por su gracia podamos recibir. El saber que lo tenemos a Él, nos basta, es la riqueza más preciada que podemos tener, un tesoro que se nos entrega inmerecidamente. “Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo único para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Juan 3:16 (Palabra de Dios para Todos).

Esta experiencia es tan hermosa que es inadmisible seguir siendo la misma persona; cuando tenemos un encuentro real con Jesucristo, el deseo de vivir de acuerdo a su justicia no se hace esperar. ¿Cómo no buscar agradarle, cómo no amarle después de saber quién es y qué hizo? ¿Cómo no aborrecer el mal, cuando sabemos del bien que Él nos hace?

Quizá para muchas personas, la experiencia de escuchar en algún momento de su vida la Buena Noticia “Jesucristo”, fue más que emocionante; pero a la hora de la verdad, no dejó de ser una experiencia pasajera llena de emotividad y romanticismo. Sin embargo, para aquellos que por su misericordia hemos sido sensibles a su voz, es el mayor deleite en el que podemos descansar cada día de nuestras vidas. El SEÑOR es mi luz y mi salvación. ¿A quién podría yo temerle? El SEÑOR es la fortaleza de mi vida, así que no le temo a nadie”. Salmo 27:1 (Palabra de Dios para Todos).

Algunos consideran que llegar a los pies de Cristo, cambiará sus vidas de la manera en que ellos quieren, olvidándose de la voluntad de Dios y sus planes perfectos. Otros asumen que se han hecho merecedores de tener todo aquello que siempre han anhelado, cuando el mayor tesoro se supone que ya lo tienen y nada más tendría que hacerles falta, pues su esperanza ya no debería estar en las cosas de este mundo sino en la voluntad de Dios Padre, en Cristo Jesús. Sucede que por el hecho de creer ser “hijos de Dios” y esforzarse por vivir en justicia y santidad en sus propias fuerzas, consideran que tienen el derecho de exigir lo que quieren; despreciando la deidad, la soberanía, los tiempos y el obrar del Señor. “Su dominio es perpetuo, y eterno es su reino. Todos los hombres de la tierra no son nada comparados con Él. Él hace lo que quiere entre los ángeles del cielo y entre la gente de la tierra. Nadie puede detenerlo ni decirle: ¿Por qué haces estas cosas?”. Daniel 4:34-35 “¡Pues sólo Yo soy Dios! Yo soy Dios, y no hay otro como Yo.  Sólo Yo puedo predecir el futuro antes que suceda. Todos mis planes se cumplirán porque Yo hago todo lo que deseo”. Isaías 46:9-10 (Nueva Traducción Viviente).

Si el encuentro que hemos tenido con Jesucristo es real, vamos a buscar agradarlo en espíritu y en verdad; esforzándonos por obedecer su voluntad y vivir conforme su justicia y su verdad, no por interés de recibir bendiciones de sanidad, económicas, materiales, familiares, ministeriales o espirituales; sino por amor a su Santo Nombre, el resto será una añadidura que Él por gracia nos concederá según los propósitos para los que hemos sido escogidos. “Es más, creo que nada vale la pena comparado con el invaluable bien de conocer a Jesucristo, mi Señor. Por Cristo he abandonado todo lo que creía haber alcanzado. Ahora considero que todo aquello era basura con tal de lograr a Cristo”. Filipenses 3:8 (Palabra de Dios para Todos).

El fruto de la salvación no son las riquezas o el bienestar que ofrece el mundo, el fruto de la salvación es el carácter justo de Jesucristo, por quien vivimos y para quien vivimos, porque le amamos y no porque queramos obtener algo de su parte ¿Acaso hay algo más importante, más grande que el regalo de la salvación y la vida eterna, vida abundante que nos ha concedido por fe y por gracia? “Quiero que entiendan lo que realmente importa, a fin de que lleven una vida pura e intachable hasta el día que Cristo vuelva. Que estén siempre llenos del fruto de la salvación, es decir el carácter justo que Jesucristo produce en su vida, porque esto traerá mucha gloria y alabanza a Dios”. Filipenses 1:10-11 (Nueva Traducción Viviente).

Así que hermanos(as), “no tratemos de ser justos en nuestras propias fuerzas, y menos por interés”;cuando nos comportamos así, actuamos en injusticia y no en el amor que Cristo nos enseñó. Que no se nos olvide, somos justos y somos bendecidos por fe y por gracia según la voluntad de Dios en Cristo Jesús. Nunca podremos pagar el precio de una sola bendición y sería todavía más absurdo pensar que lo podríamos hacer por nuestra salvación. Los que vivimos en Cristo hacemos buenas obras, pero las hacemos por amor a su Nombre, movidos por su Espíritu, con entendimiento y con sabiduría; no porque alguien lo exige, no por interés o por buscar agradar al hombre. “Vuelvo a preguntarles: ¿acaso Dios les da al Espíritu Santo y hace milagros entre ustedes porque obedecen la ley? ¡Por supuesto que no! Es porque creen el mensaje que oyeron acerca de Cristo”. Gálatas 3:5 (Nueva Traducción Viviente).

“La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en Él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Romanos 3:22-24 (Reina Valera 1960).

¡Jesucristo, el tesoro del justo!

Autora: Marisela Ocampo Otálvaro

Escrito para www.devocionaldiario.com

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