Lo que deseo para ti – Marisela Ocampo O.

Lo que deseo para ti

lo que deseo para ti

Está muy cerca el 31 de diciembre y si Dios quiere culminaremos un año más gracias a la bendición de vida que Él nos da. Tal vez este año no fue tan “bueno” para algunas personas y quizá para otros ha sido el mejor año de sus vidas; sin embargo, independientemente de todo, demos gracias a Dios por lo que nos ha permitido experimentar este año que termina y por lo que tiene preparado para el nuevo año que viene.

No tenemos que esperar a que termine el año para empezar una nueva vida; además, nunca tendremos una nueva vida en las propias fuerzas, Cristo es el único que nos puede conceder tan grande dicha, pues una vez Dios nos otorga la fe y la gracia en Cristo Jesús para ser salvos nuestra vida empieza a cambiar conforme sus diseños divinos. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. 2 Corintios 5:17 (Palabra de Dios para Todos). Lo que lograste este año y lo que te propongas lograr el nuevo año que viene no tiene sentido si Cristo no está contigo, cuando haces todo para glorificar su nombre todo es diferente porque todo cobra valor. Vivir sin Él es como estar muerto en vida, nada te satisface, nada es importante, nada te hace plenamente feliz.

No obstante, desde el momento en que Cristo se entrona en el corazón nuestra meta principal es seguirlo a Él para ser como Él, no hay otra prioridad, todo lo demás deja de ser el centro de atención. El saber, el hacer o el tener se convierten en una añadidura que Dios mismo nos permite alinear según sus designios para llevar a cabo las obras que Él ha determinado en cada uno de nosotros. Obedecer su voluntad para agradarlo se convierte en el sentido de nuestra vida. “Le pido a Dios que el amor de ustedes desborde cada vez más y que sigan creciendo en conocimiento y entendimiento. Quiero que entiendan lo que realmente importa, a fin de que lleven una vida pura e intachable hasta el día que Cristo vuelva.  Que estén siempre llenos del fruto de la salvación, es decir, el carácter justo que Jesucristo produce en su vida porque esto traerá mucha gloria y alabanza a Dios”. Filipenses 1:9-11 (Nueva Traducción Viviente). 

Pensemos y reflexionemos acerca de cómo estamos viviendo, este es el momento oportuno para rendirnos a los pies del Señor y humillarnos delante de Él con un corazón sincero y arrepentido. Ahora no hay nada más importante que la salvación de nuestra alma; las preocupaciones, necesidades y sufrimientos, metas, posesiones y lo demás que podamos tener no nos servirá de nada cuando llegue la hora de presentarnos delante de Dios para rendirle cuentas. Si tenemos o no lo que queremos no es lo que vale la pena, lo que vale la pena es vivir para Cristo y no podemos vivir para Cristo sino somos salvos por su gracia y su misericordia. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda Yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en Él, tenga vida eterna; y Yo le resucitaré en el día postrero”. Juan 6:35-40 (RV1960).

Aprovechemos la valiosa oportunidad que tenemos de seguir con vida para reconocer que Jesucristo es el camino eterno de la salvación, que solo en Él podemos encontrar el perdón de nuestros pecados y la paz gloriosa de permanecer para siempre en la presencia de Dios.

Lo que deseo para ti no para el próximo año sino desde ahora mismo, es que Dios te conceda la gracia de su perdón, el maravilloso regalo de la salvación y de la vida eterna que solamente en Cristo Jesús podemos obtener. Deseo que tu vida sea completamente restaurada por el poder del Espíritu Santo y que puedas deleitarte en el gran e infinito amor del Señor. Además, ruego a Dios para que a todos los que nos haya dado el privilegio de reconocer a Jesucristo como nuestro salvador, nos permita permanecer firmes en su palabra y seguir avanzando según sus propósitos a pesar de cualquier circunstancia.

Demos gracias a Dios por todo lo que ha hecho y hará de ahora en adelante en nuestra vida, todo para gloria y honra de su santo nombre en Cristo Jesús.

¡Deseo de todo corazón que la paz de Dios, la gracia del Señor Jesucristo y la comunión del Espíritu Santo sea con todos nosotros ahora y siempre, amén!

Por: Marisela Ocampo O.

Escrito para www.devocionaldiario.com

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