Rahab-Determinación, no calificación – Luis Caccia Guerra

Rahab-Determinación, no calificación

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En la galería de los próceres de la fe de Hebreos cap. 11, hallamos sólo a dos mujeres: Sara, la esposa de Abraham (Heb. 11:11), y Rahab (Heb. 11:31), quien de las ocho veces en las que se la menciona en las Escrituras, seis se refieren a ella como “la ramera”. ¡Qué triste calificación!

Pero, en el contexto histórico, social y cultural en el que transcurre la vida de Rahab, su “profesión” u “oficio” no resultó ser la única desventaja con la que tuvo que enfrentarse. Y, por cierto, no es un detalle menor.

Era cananea, mujer, y por último, prostituta. ¡Casi nada! En un contexto histórico en el que los cananeos eran odiados por todos sus vecinos. En un marco social que ponía a la mujer en notable desventaja respecto del varón, en el que a la mujer se la consideraba casi como “cosa” y como “propiedad” del hombre, en el que nacer mujer en muchos de los casos, lejos de ser una bendición era una verdadera desgracia, tanto para ellas mismas como para la familia. A veces eran abandonadas al nacer, otras, sacrificadas cuando la llegada de una niña chocaba contra los intereses y planes de la familia. En ese contexto se las arregló para sobrevivir, como si todo lo anterior no resultase ser suficiente, en clara desventaja moral como prostituta.

No creo en las “casualidades”, sí en las “causalidades”. Sólo un sutil cambio de posición de las letras de las palabras para cambiar fundamentalmente el concepto. En este caso, nuestro querido Dios tenía sus planes. Por algo son enviados a ella los espías de Josué. Tal vez había cientos de familias y mujeres que sin lugar a dudas calificaban mucho mejor que Rahab para la misión; sin embargo, Dios elije a una mujer como Rahab. La que menos calificaba en la precaria, miope y reducida visión de los seres humanos.

Con fe, habilidad para negociar, pero fundamentalmente una gran DETERMINACION, sale a la batalla a conquistar su futuro. Vislumbró un rayo de luz en medio de la oscuridad. Vio la fugaz oportunidad que se presentaba a su puerta y corriendo riesgos, no la desaprovechó, no la dejó pasar, no la dejó escapar (Josué 2:1-24).

Rahab, finalmente, es una de las dos mujeres que aparecen en la galería de los próceres de la fe de Hebreos cap. 11 y una de las cuatro mujeres mencionadas en la línea de descendencia de Jesús (Mateo 1:5). Madre de Booz, esposo de Rut (Rut 4:18-21) y tatarabuela del rey David, de quien desciende el Señor Jesús (Marcos 10:47).

¡Qué importa tu pasado, qué importa lo terribles que hayan sido tus pecados! ¡Qué importa lo vil y despreciable que hoy te sientes por causa de la multitud y gravedad tus pecados! Dios tiene la capacidad de elegir lo último de la tierra, lo despreciado, lo vil a los ojos de este mundo, lo que menos califica; que justamente ES LO QUE MÁS LO NECESITA; para llevar a cabo las más grandes de sus empresas.

Dios se conmueve ante un corazón quebrantado delante de su presencia, arrepentido en fe, que hoy escucha a Jesús llamando a su puerta y le invita a entrar (Apocalipsis 3:20). Si hay pecados que Dios no puede perdonar, son aquellos PECADOS NO CONFESADOS. LOS DEMÁS, TODOS.

Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.
Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.

(I Corintios 1:26-31 RVR 1960)

Por: Luis Caccia Guerra para www.devocionaldiario.com

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