Pequeños Pecados – Luis Caccia Guerra

Pequeños pecados

por Luis Caccia Guerra

debajo-del-arbolUna noche de verano, estaba la mamá sentada junto a su hijo bajo un árbol.

-Mira qué linda se ve la Luna Llena, hijo. Comentó la mamá.

-No la veo, mamá. ¡Me la tapa una hoja del árbol! Respondió el niño.

No era el frondoso follaje del árbol, sino tan sólo una pequeña hoja lo que se interponía entre la vista del pequeño y la Luna; sin embargo, era suficiente para impedirle verla.

Alguien dijo: “las grandes sumas se cuidan solas, es con los pequeños gastos con los que hay que tener cuidado”. En el mundo de los negocios, en la administración de las empresas; inclusive, en la economía hogareña esto es una absoluta realidad. Cuando vamos a hacer un gasto que implica una gran suma de dinero lo pensamos más de una vez, pero a menudo sucede que al final del mes las cuentas no cierran. Pues bien: justamente es por una cantidad de pequeños gastos que precisamente por ser chicos no les prestamos la debida atención en el momento de hacerlos.

En los aspectos espirituales sucede exactamente lo mismo. Nos cuidamos mucho de cometer pecados de los cuales tenemos la más absoluta certeza de que en algún momento nos vamos a arrepentir amargamente. Sus nefastas consecuencias están clarísimas delante de nosotros. Esos pecados vienen a ser “las grandes sumas que se cuidan solas”. No obstante, nuestra naturaleza corrupta, herencia de Adán, con frecuencia nos juega zancadillas. Son esos “pecadillos” chiquitos, que justamente por considerarlos “chicos” no les prestamos la debida atención. Son la pequeña hojita que le tapaba la Luna al nene. Tal vez la suma de unos cuantos de ellos es lo que hace que las cuentas con Nuestro Señor no cierren y las bendiciones se demoren, vengan a cuentagotas o, inclusive, que nuestro ministerio personal no sea más fructífero.

“Pecado” significa “errar en el blanco”. Sin embargo hay algo en lo que nunca falla: siempre se interpone entre Dios y nosotros.

El salmista parece que tenía las cosas bastante claras al respecto:

“¿Quién está consciente de sus propios errores?
¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!”

(Salmos 19:12 NVI1984)

EL PECADO NO TIENE TAMAÑO, ES PECADO.

Escrito para www.devocionaldiario.com

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