Lo quiero todo – Luis Caccia Guerra

Lo quiero todo

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“Coraje no siempre es rugido; a veces el valor es esa voz tranquila al final del día que dice: «Volveré a intentarlo mañana»” (Mary Anne Radmacher. Autora, artista y conferencista internacional)

¿Saben? Desde pequeñín, he aprendido a vivir mis días con miedo. Con una mamá que a menudo, en los momentos de ira le decía desde lo profundo de su corazón a su pequeño hijito “¡qué castigo tengo yo contigo!” cuando hacía alguna travesura, y a modo de “aliento” a la hora de emprender algo nuevo “¡no vas a poder!”. Un padre pocas veces presente y esto, por compromiso, que rara vez cumplió una promesa y de quien el hijito vivió de las migajas que caían de su mesa.

Los que saben, aciertan en afirmar que la imagen que tenemos de nuestros padres cuando niños influirá en gran manera en la relación que tendremos con Dios el Padre cuando adultos. Y esta no es la excepción. De modo que con un panorama así, “no voy a poder”, “soy un problema”, “esto no es para mí” y conformarme con “bendicioncitas, a cuentagotas y de las más chiquitas” son conceptos, ideas instaladas y arraigadas en lo más profundo del corazón, que signaron una vida de frustración como creyente, de renuncia, sin mayores logros y sin conocer todo lo que en realidad tengo acreditado en mi cuenta del Banco Celeste para mi tránsito sobre esta tierra. Si hoy lees estas palabras de la autoría de alguien así, no es una queja ni la triste lamentación de alguien que se compadece de sí mismo. ¡ES UN VERDADERO Y AUTENTICO MILAGRO DE VIDA, PARA LA GLORIA DE DIOS!

Hace relativamente poco, comencé el proceso de aprender que desnudar el corazón sin hipocresías ni tapujos, sirve, en las amorosas manos del Salvador, de edificación a otros. Dios puede hacer de un corazón roto, algo nuevo, algo bueno, algo que sirva de bendición a multitudes. En ese camino me encuentro y es la razón por la que lees estas líneas.

En 2da. Reyes cap. 2, vers. 9 y 10 encontramos a un osado Eliseo pidiéndole a Elías ¡EL DOBLE DE LA PORCIÓN DEL ESPIRITU QUE ÉL TENÍA! Realmente, aventurado, atrevido, intrépido. Pero para poder tener la bendición, tenía que permanecer muy atento a lo que ocurriera con Elías. De echo, sabemos que Eliseo lo consiguió, ya que realizó muchos más milagros que Elías.

“Esfuérzate y sé valiente” le dice el Señor a Josué (Josué 1:6 y 9) a la hora de asumir la gran empresa de continuar liderando el pueblo elegido, a la muerte de Moisés. Y es que Dios primero llama, luego capacita y te da con qué. Josué tuvo para esto, casi toda una vida al lado de un formidable líder como Moisés. Eliseo permaneció junto a Elías hasta que el Señor se lo llevó. Pero siempre, no importa la transcendencia ni qué tan grande o pequeña parezca la empresa a la que Dios nos llama; SIEMPRE es necesaria una buena cuota de VALENTÍA. Y esta clase de valor, no significa no sentir miedo. Tampoco salir rugiendo desaforadamente como tigre malo para comerse el mundo a su paso.

VALENTÍA PASA POR UNA DECISIÓN. Hacerlo aunque sea con miedo… PERO HACERLO, en la certeza de que al final del día, si algo salió mal, esa voz tranquila nos susurra como en los días de Elías, cual silbo apacible y delicado: «Volveré a intentarlo mañana».

HOY LO QUIERO TODO. SEÑOR, RESTÁURAME. SEÑOR, RESTÁURANOS. Y enséñanos a administrar tus dádivas de tal manera que traigamos a nuestros días bendición.

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

(Romanos 8:15 RV1960)

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”

(2a. Timoteo 1:7 RV1960)

Por: Luis Caccia Guerra
Escrito para www.devocionaldiario.com

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