Hijo pródigo – Luis Caccia Guerra

Hijo pródigo

por Luis Caccia Guerra

hijo-prodigo-32… éste mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado…

(Lucas 15:23-24 RV2000)

Uno de los hijos reclama su parte de la herencia a su padre y resuelve emprender el viaje por la vida libertinamente. Cuando agota todos sus bienes viviendo perdidamente en la basura de este mundo, descubre que cualquiera de los empleados de su padre ahora vive mejor que él, que es el hijo del dueño de la estancia. Entonces, arrepentido, resuelve volver con su padre.

Cada vez que leo este relato, me muestra un detalle nuevo. Pero si hay algo que nunca deja de sorprenderme, asombrarme, maravillarme; es la manera en que Jesús presenta la infinita Gracia Divina. El hermano mayor se enojó y no tardó en reclamarle al padre por su actitud. En su precaria mente, se estaba literalmente recompensando, festejando, la conducta a todas luces reprochable de su hermano menor; en tanto que él, que siempre había sido fiel y responsable nunca había tenido un reconocimiento como ese.

Pero qué bueno que Jesús nos dejó este relato planteado así y no de otra manera. Por que de otro modo, si se hubiese recompensado al hermano mayor, como en nuestra finita mente humana era de esperar, hoy tendríamos un serio problema para poder llegar a la presencia de Dios con nuestros pesares.

Mi única hija, es una hija buscada, deseada, por lo tanto inmensamente amada. Hoy ella tiene 17 años, pero aún puedo recordar como si hubiese sido ayer, cuando la tuve en mis brazos por primera vez, cuando besé por primera vez su dulce carita, y más tarde, cuando escuché de sus labios la palabra “papá”. ¡Qué emoción indescriptible! Hoy puedo comprender muy bien de qué hablaba Jesús, cuando dice la parábola que el padre le vio venir a su hijo de lejos, se regocijó su corazón y salió a su encuentro, le abrazó y le besó.

Mayor fue su alegría y su emoción de volver a tener a su hijo perdido junto a sí, que el mismísimo día en que éste nació y lo tuvo por primera vez entre sus brazos.

Así funciona. Así es Dios. Mayor es su regocijo cuando un pecador se arrepiente y se arroja rendido a sus brazos de amor.

Escrito para www.devocionaldiario.com

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