El Espíritu de Dios llena mi vida

El Espíritu de Dios llena mi vida

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“Muchas veces me he preguntado en varios momentos del día: ¿Qué es lo que me impulsa para avanzar en la vida y en el día tras día? ¿Qué me mueve, qué es lo que hace que yo tome decisiones aún en medio de la tristeza, de las debilidades, de la tormenta?

A lo largo de mi vida Dios me ha bendecido siempre en todo aquello que me he propuesto hacer y alcanzar; aún en mis llagas, errores, El siempre me ha dado la victoria y el éxito para lograr mis proyectos, concluir mis etapas.

Yo veo y sé que Jesús cambió mi vida; es más: El ya tenía una o varias misiones para mí antes de que yo llegara a este mundo; El ya sabía qué debía hacer.

A veces me he preguntado el por qué pasar por lo que pasé, qué necesidad había, si mi vida podía seguir igual.

Como seres humanos, aún siendo creyentes, no entendemos los planes y los tiempos de Dios, pero lo que sí entiendo y creo, es que un día… mejor dicho, una tarde  de domingo estaba esperando a que pasaran por televisión un partido de futbol, donde jugaba mi equipo y mi padre estaba por irse a dormir una siesta… cuando antes de ir a dormir me pregunta:

-¿Querés venir esta tarde a la Iglesia conmigo? Y yo sin dudarlo respondí que sí. (Hacía un tiempo que no iba a una Iglesia, unos dos años, no me sentía segura ni en condiciones de volver a congregarme) pero ese día marcaría el comienzo de algo bueno, en mi vida y en la de mi familia.

Recuerdo que ese día dejé de ver a mi equipo favorito de futbol y decidí volver a la Iglesia. También recuerdo que el mensaje que recibí esa noche, de Dios, fue muy especial porque era lo que necesitaba para avanzar, continuar y acercarme aún más a El.

Y así continué yendo a esa Iglesia. En un momento de alabanza, una canción que cantábamos esa tarde-noche , me hizo sentir libre, me transmitió una paz al dejar que mi corazón se abriera para dar alabanza a Dios, y el seguirlo adorando me hizo sentir más cerca de El.

En medio de los cánticos cerré mis ojos y sentí como una fuerte sensación (porque no sé cómo expresarlo con palabras), bajó hacia mí y recorrió mi mente, alma, cuerpo, corazón, y espíritu.  Es la sensación más linda que he sentido y sigo sintiendo  aún cuando estoy escribiendo estas  palabras.  

Por eso, volviendo al principio de este escrito, me pregunté: ¿Qué era lo que me movía, me impulsaba; qué fue lo que me impulsó esa tarde a tomar la decisión de volver a la Iglesia (porque yo quería, pero no sabía el momento y le pedí a Dios, hablé con El por medio de la oración, en que me ayudara a tomar una decisión) y esa tarde la tomé.

Fue entonces, cuando después de pensar, reflexionar, aceptar los mensajes que recibía de Dios en la Iglesia y otros “Mensajes de Animo” de un hermano espiritual que es escritor; allí me dí cuenta de que aquello que me hacía avanzar y tomar decisiones, era el Espíritu Santo, mi Dios; al mismo que clamé, al que varias noches le pedí una respuesta. Una decisión, la tomé esa tarde y esa misma tarde empecé a responder al llamado de Nuestro Señor.

Mi misión todavía no sé cuál es; lo que sí sé es que quiero aprender de El, de su palabra y que el Espíritu Santo llene mi vida, mi alma, mi ser; que El gobierne sobre mí, mi familia y mis descendientes.

¡Gracias Señor Jesús por llamarme, por responder a mi clamor! Sé que tú me enseñarás a ser una sierva tuya. Gracias por amarme, por cambiar mi vida. Declaro que tú Jesús sigas reinando en mí, sé que contigo todo es posible.

CREO EN TI Y EN LO QUE ESTÁS HACIENDO EN MÍ, SEÑOR. AMÉN.”  

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Amados: ¡qué más quisiera que estas palabras fueran de mi autoría! Pero no es así. Esto lo escribió mi hija y con su permiso lo transcribo aquí. Cuando leí el manuscrito por primera vez, me emocioné de tal manera que un nudo se hizo en mi garganta y ya no pude articular palabra… mudo y entre lágrimas sólo le dí un abrazo y un beso en señal de aprobación y agradecimiento.

Nada hice bien. Cada cosa que toqué la eché a perder. Como padre, como esposo, como padre de familia no fue muy distinto. ¡Ha dejado tanto que desear mi desempeño pobre y mediocre…! Por lo que si ella va adelante tomada de la mano de Nuestro Señor de esta forma, no te quepa la más mínima duda, amad@ que estás del otro lado de la pantalla leyendo estas líneas, de que no se trata de otra cosa que de UN TREMENDO MILAGRO DE DIOS.

Ella conoce bien el valle de las sombras de la muerte. En su más tierna infancia, por razones que no vale la pena ventilar aquí, ella fue objeto del más terrible maltrato. Estuvo varios días en coma al borde de la muerte mientras los médicos la sometían a varias operaciones de urgencia en afanosos intentos por salvar su vida. Dieciocho meses de internación hospitalaria siguieron para conseguir su recuperación.

Si de dolor se trata… ella sabe. Y hoy, escribe estas palabras…

No puedo menos que rendirme ante la presencia del Altísimo y decir: ¡GRACIAS AMADO SEÑOR!  

Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad;  pues qué hemos de pedir como conviene,  no lo sabemos,  pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu,  porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Y sabemos que a los que aman a Dios,  todas las cosas les ayudan a bien,  esto es,  a los que conforme a su propósito son llamados.

(Romanos 8:26-28 RV60)

Por: Luis Caccia Guerra

Escrito para www.devocionaldiario.com

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