¿Por qué te abates, oh, alma mía? – Luis Caccia Guerra

¿Por qué te abates, oh, alma mía?

por Luis Caccia Guerra

¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.

(Salmos 42:5 RV60)

Este es un versículo que ha estado dando vueltas en mi cabeza desde hace varios días, sobre todo, cada vez que despierto angustiado en medio de la madrugada por temas relacionados con el trabajo y ya no puedo volver a conciliar el sueño hasta las 6:00, hora de levantarse.

Hoy, las cosas no comenzaron distintas. Conflicto apenas desembarqué en la oficina. El resto del día no fue mucho mejor que el comienzo. Ya sobre el final, a diez minutos de irme a casa, un llamado por la radio coronó con su “frutillita” el postre de uno de mis “días típicos”. Habían cortado un servicio de provisión de agua por falta de pago en una de las propiedades de la empresa.

No era tan grave. La propiedad está desocupada y el monto supuestamente adeudado no era una cifra exorbitante. Sin embargo, esto me iba a traer un serio dolor de cabeza. Angustiosamente busqué los comprobantes de pago. Debían ser cuatro. Apareció uno… dos… el tercero… ¡Y NO ESTA EL CUARTO! Me angustié mucho. Lo que en cualquier lado es un problemita de relativa importancia, aquí es gravísimo.

Busqué y volví a buscar en las carpetas y el comprobante no estaba. “No parece que Dios me esté dando una mano” es lo que pensé.

Unos minutos más tarde, en medio de la desazón y vencido por las circunstancias, me estaba preguntando si verdaderamente estaba confiando en Dios… si realmente era capaz de confiar en Dios.

Fue entonces, cuando tomé una carpeta. No sé cuál ni en qué lugar la abrí y ¡allí estaba el bendito comprobante que me faltaba! Como si hubiese surgido de la nada… entre cientos de ellos, allí estaba el comprobante que faltaba.

Sólo dí gracias a Dios y humildemente le pedí perdón. Una vez más Dios me había sorprendido y cobraban nueva trascendencia en mi mente y corazón las palabras del salmo:

“¿Por qué te abates, oh alma mía, Y te turbas dentro de mí? Espera en Dios…”

Escrito para www.devocionaldiario.com

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