¿Y si la sal se desvaneciere? – Lucy Carmona

¿Y si la sal se desvaneciere?

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.

Mateo 5:13

La sal es tanto un sazonador como un preservador. La sal preserva de la corrupción los alimentos, al igual que resalta el sabor de los mismos. Las características de la sal son impresionantes; estuve leyendo que la sal sometida al calor de 801 grados se derrite pero ni aun así pierde su composición química. La sal luego de muchos años no pierde su calidad, sabor, potencia y salinidad.

En el Antiguo Testamento nos llama la atención el uso de la sal ordenado por La Ley: (Levítico 2: 13) “Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal.”

(Ezequiel 43: 23, 24) “Cuando acabes de expiar, ofrecerás un becerro de la vacada sin defecto, y un carnero sin tacha de la manada; y los ofrecerás delante de Jehová, y los sacerdotes echarán sal sobre ellos, y los ofrecerán en holocausto a Jehová”.

La sal, como conservador de los alimentos, simboliza incorrupción, preservación, pureza; en estos versos se establece la sal como pacto de Dios.

Veamos entonces el paralelismo entre la “sal” y los “creyentes”:

1. En lo natural, la sal preserva (aparta de la corrupción). Por lo tanto en lo espiritual, si somos sal significará que viviremos vidas apartadas del mal, es decir, santificadas.

2. En lo natural, la sal luego de muchos años no pierde la calidad, sabor y potencia; el creyente dice la Biblia que aunque estemos en vejez seguiremos siendo efectivos.

3. En lo natural, la sal no pierde su composición química aunque este en alta temperatura, de igual manera el creyente en medio del fuego de la prueba no dejara de ser fiel.

4. En lo natural, la sal detiene el avance de la destrucción de la putrefacción. Por lo tanto, en lo espiritual, si somos sal, significará que en relación a los que nos rodean, nuestra influencia ayudará a la detención del progreso de lo inmoral o pecaminoso. La biblia nos dice lo siguiente:
(Colosenses 4: 5, 6) “Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.”

Cuando Jesús dice que somos la sal de la tierra, deja claro que sus discípulos tenemos la misma función que la sal: nos conservamos, nos guardamos caminando en santidad para con Dios. Nos debemos mantener santos, exclusivos, agradables a Dios, no mediante nuestros razonamientos o cultos ajenos a las escrituras; como la sal, el discípulo debe de conservar las verdades del evangelio. ¿Cómo? A través de su testimonio, de vivir y reflejar la palabra de Dios a los demás.

Pero si la sal se desvaneciere…

Si los cristianos no nos esforzamos por hacer un impacto en el mundo que nos rodea tal y como hemos descrito, somos como la sal que se desvanece – esto es cuando la sal pierde sus valores ya que está contaminada con aditivos y otras sustancias. En nuestros términos, esto implica perder lo que nos diferencia del mundo. Es cuando somos medio cristianos y medio mundanos; seguimos siendo sal pero una sal sin sabor, y sin las propiedades que la definen como tal.

No hay nada más insípido y nocivo que un cristiano profesante (es decir, que profesa ser cristiano), pero que está muy lejos de serlo.

Consecuencias de dejar de ser sal

Si abandonamos las propiedades de la sal como tal, ocurren tres cosas irremediables

1) La tierra no puede ser salada

2) Al ser desvanecida, ya “no servimos más para nada…”. O sea, “No tiene fuerza”. Habremos dejado de ser útiles para Dios.

3) Seremos entonces echados fuera por los suelos “y ser hollados por los hombres”. Es el enemigo a través de los hombres, de las gentes de este mundo, el que nos va a hollar.

Espero que en este día podamos decir como dijo el autor de los Hebreos ¡Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma! (Hebreos 10: 39)

Autora: Lucy Carmona

Escrito para www.devocionaldiario.com

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