¡Señor, cuenta conmigo! – Lucy Carmona

¡Señor, cuenta conmigo!

por Lucy Carmona

“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren”.

Juan 4:23

Nos resulta asombroso que Dios este buscando gente con disposición de adorar su santo y bendito nombre. Siempre hemos sabido que en el cielo la adoración es constante. Los ángeles se encargan de que en el cielo haya adoración continua.: Santo, Santo, Santo; aun y a pesar de esto Dios sigue buscando adoradores. Pero entonces, ¿para qué Dios necesita adoradores?

La historia nos relata de muchos dictadores y altos funcionarios que para inflar su vanidad buscaban adoración. Tal es el caso de Nabucodonosor, el cual hizo una estatua para que fuese adorado. Sin embargo, el carácter santo de Dios nos dice que El no necesita este tipo de adoradores. Por otra parte existen personas de carácter débil a las cuales hay que estarles diciendo: buenos, inteligentes, hermosos y todo esto con el fin de hacerse sentir bien ante la sociedad y afirmar su carácter.

Pero escudriñamos la Palabra y Dios no necesita de esto para afirmar su carácter e identidad. Claramente dice: “Yo soy el que Soy” afirmando su eternidad y su control sobre todas las cosas. La verdadera razón por la cual Dios busca adoradores es para establecer una relación de amor a través del lenguaje tierno y afectivo de la alabanza.

Sin embargo Dios busca adoradores con unos requisitos indispensables. Recalca la Palabra que para poder estar en este grupo de adoradores tiene que ser gente: “que le adoren en espíritu y en verdad”. Establecemos entonces que el Padre busca adoradores que estén de acuerdo a su propia naturaleza espiritual, no ha de ser una adoración física como tal.

En el A.T. esta consistía de ordenanzas corporales; en Hebreos 9:1-10 vemos una estructura física, candelabros, incensario, días festivos, sacrificios de animales, etc… En el N.T. la adoración es un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios porque se usan todos los sentidos y nuestro ser a Dios. En 1 Pedro 2:5 la Palabra nos señala como piedras vivas, casa espiritual y sacerdocio santo para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

La segunda condición para el adorador: en verdad. Por consiguiente no ha de ser algo ficticio para engañar a alguien o para demostrar cuan espirituales somos. Cuando adoramos “en verdad” somos curados de falsedades, mentiras y velos que nos amordazan.

Una exclamación surge al concluir con esta reflexión: ¡Yo quiero estar entre los verdaderos adoradores!

Si Dios me está buscando yo quiero que me encuentre ahora mismo. Te invito a ser parte de este grupo selecto y escogido de Dios y para Dios.

¡Únete Ya!

Escrito para www.devocionaldiario.com

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