El pasado no se olvida solo con no recordarlo – Juan Carlos Aguilera

El pasado no se olvida solo con no recordarlo

por Juan Carlos Aguilera

recordarAunque la sociedad sigue decayendo y las cosas se empeoran, el hecho de sentir soledad por ver que un ser querido se marcha cambia nuestra forma de ver las cosas; nos damos cuenta que el dolor esta en nosotros y que debemos vivir con él.

En el mundo hay miles de niños que nacen sin un padre que les de amor; otros sin embargo a pesar de que los tuvieron sufrieron muy pronto el dolor de su partida; y otros aunque nunca fueron abandonados y no experimentaron ese amor de parte de sus padres, creando en ellos independencia emocional hacia los padres.

Sea cual sea las circunstancia y sin importar cuál de los casos antes mencionados es el que estas viviendo, dejan secuelas en la vida del niño, del joven y hasta el adulto, debido a que en su corazón hay el vacío por la falta de amor de parte de sus padres; esto perjudica nuestra sociedad y a las generaciones venideras ya que esas marcas son pocos los que las afrontan y no le dan a sus hijos de la medicina que a ellos les dieron en su niñez.

Amigo lector si tu estas identificado en una de esas facetas que denoté anteriormente, no pretendo que con una reflexión tu puedas ser feliz o que se te llene el vacío que hay en tu corazón, solo quiero que sepas que dice la palabra que “el amor cubrirá multitud de pecados”, y en las circunstancia de abandono que han vivido no es por causa de ustedes, por ser mal hijo, ni mucho menos porque Dios así lo quiso, sencillamente son consecuencias que nuestros padres vienen arrastrando y lamentablemente nosotros no estamos fuera del alcance de esa maldición generacional.

Y me preguntaras ¿y cómo todo puede cambiar? Bueno aquí viene la mejor parte ya que para cambiar depende netamente de nosotros mismos, ya que tenemos que abrir puertas que por años estuvieron cerradas en nuestro corazón y ser sincero con nosotros mismos y con nuestro Señor sabiendo qué: Primero: voy a aprender amar como Jesús amó y Segundo: Estando claro que en mi familia no se repetirá la historia del padre que no comprende sus funciones de padre a la hora de dar atención y amor.

Estos dos procesos están ligados y lamentablemente no se pueden hacer por separados y si tu estas aun en ese núcleo familiar, aunque se ve fuerte ya que las heridas están frescas, pero al igual que en la medicina es mejor es atender la enfermedad en su comienzo porque después es crónico y más delicado. En cualquiera de los casos hay que tener fuerza de voluntad y hay que derribar un gigante que siempre nos ha tenido atemorizado.

Ahora bien deberíamos estar claros en las promesas que el Señor nos da en su palabra para cuando estemos en callejones que para nuestra percepción son sin salida podamos estar tranquilos porque Dios va a obrar y se que nos dará la pronta salida para que podamos continuar, y aunque pasemos por esos momentos de oscuridad estar tranquilos porque lámpara es a nuestros pies la palabra de Dios.

Y retomando el tema, es necesario entender que Jesús nos comprende ya que cuando pasaste lo que pasaste el también estaba contigo y vivió todo ese proceso que atravesaste y cada lagrima que lloraste el estaba allí enjugándolas; y en tu soledad el siempre te hizo compañía. Pero no te dabas cuenta a causa del dolor que sentías.

El Señor tubo once, trece, catorce y paso toda las edades que tu pasaste en la niñez y el no peco para darte libertad en el día de hoy; cuando te das cuenta que a pesar de que tienes muchos amigos y personas que te quieren y todavía sientes ese vacío en tu corazón, en la soledad te das cuenta cuanto duele y empiezas nuevamente a recordar la historia de tu vida que muchos pensaron que ya superaste pero realmente no lo han hecho.

Como nuestro hermano Samuel Hernández lo pudo decir en una de sus canciones “Dios siempre tiene el control” solo tienes que tener las fuerzas de empezar a derribar esos argumentos que están en tu corazón y que te impiden dar ese paso de valentía, que es buscar perdonar a esa persona que te dañó y ya no sientes amor por él o ella.

¿Voy a aprender amar como Jesús? Si. El ejemplo que él nos dio fue suficiente para dar libertad a muchas personas desde el principio. Cuando amas como él todo va a cambiar de una forma drástica y profunda (no precisamente en los demás sino en ti), ya que vas a dar amor a personas que no se lo merecen, justo lo que Jesús hizo contigo, darte amor y aun sabiendo que le fallarías muchas veces. Cuando aprendemos amar a esta magnitud nuestra forma de ver las cosas va a cambiar.

¿En mi familia no se repetirá la historia del padre que no comprende sus funciones de padre a la hora de dar atención y amor? Ahora te darás cuenta porque no se puede hacer una cosa sin la otra; ya que cuando tienes la determinación de amar como Jesús tienes que inmediatamente empezar a demostrar ese amor a los demás, ¿Cómo lo hago? Esa pregunta es válida y voy a tratar de ser claro: con atención, detalles y bendiciendo.

Bendiciendo: Cuando comenzamos a hablar bien de la otra persona en vez de hablar mal en nosotros las otras etapas van ser más fácil, ya que de la abundancia del corazón habla la boca y si tu dejas de maldecir y comienzas a bendecir tu corazón va a revivir el amor que se apagó en ti; así que, si quieres busca un lápiz y papel y comienza a escribir las virtudes de esa persona y no digas que no las tiene porque también es imagen y semejanza de Dios.

Atención y detalles: Nos ayudara a materializar las bendiciones que sale de nuestra boca.

Mi hermano no te di un patrón de secuencia para resolver tu circunstancia ya que solo en el Poder del Espíritu Santo es que se puede hacer esto y con muchas ganas de agradar a nuestro Creador.

Así que esfuérzate porque vale la pena ya que de esto depende tu felicidad y las de tus seres más cercanos.

“Vale la pena luchar por el amor no te rindas”

Escrito para www.devocionaldiario.com

——————————————————————–

Blog: http://blog.vivoparacristo.info

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

Share

Comparte:


Ahora puedes comentar con tu cuenta de Facebook: