Hermano Pablo – Y

«Y»

por el Hermano Pablo

vendedor-de-droga«Volveremos a ser lo que éramos en Cuba -dijo Adrián González, el patriarca de la familia-. Cultivaremos la tierra y criaremos vacas, ovejas y cerdos, y seremos felices otra vez.» Hablaba a sus hijos y nietos reunidos en Miami, Florida. Después de diez años de duros trabajos, la familia González volvía a la tierra.

«Será la última vez -pensó Adrián González el nieto-. Una última entrega de la droga, y me iré con toda la familia al campo.» Y haciendo un juego de palabras agregó: «Será mejor criar cochinos que vender esta cochinada.»

Pero Adrián González, el nieto, no vio el día siguiente. La policía de Miami lo halló con un balazo en la cabeza, muerto en un callejón. Así pagan los narcotraficantes a los que bien les sirven.

Esta reflexión lleva por título una sola letra, una «y» griega, porque esa letra parece ser un símbolo de una bifurcación de caminos. Un palo recto que sube y luego dos palos que se abren uno a la derecha y el otro a la izquierda. Uno llega a la bifurcación, y escoge uno de los caminos que se abren ante él. Un camino es el bueno. El otro, el malo.

Para Adrián González, de dieciocho años, un camino se dirigía a la finca que había comprado la familia; el otro se dirigía a los bajos fondos de Miami, a la venta ilícita de una sustancia que mata lentamente la inteligencia, la conciencia, la moral y el cuerpo.

Adrián pensó que escogiendo una sola última vez el mal camino, le iría bien. Pero lo que sacó fue la muerte.

En esta vida, más que buena y mala suerte, hay buenas y malas decisiones. Más que un destino trazado en las estrellas, hay un camino que vamos formando nosotros con nuestras propias decisiones.

Sólo Jesucristo, supremo Maestro de la vida, y Señor único y Todopoderoso, puede ayudarnos a tomar buenas decisiones. Él siempre tiene la palabra de sabiduría que necesitamos.

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