Hermano Pablo – Quebrantado, Aplastado, Molido

QUEBRANTADO, APLASTADO, MOLIDO

por el Hermano Pablo

molidoEstaba quebrantado, aplastado, molido. Había perdido el trabajo, se había divorciado, se hallaba deprimido, hundido, desesperado. Para aliviar un poco sus penas y cambiar de vida, Mark Burge, de veintinueve años, se mudó al estado de la Florida y anduvo diez días de aquí para allá en busca de trabajo.

Una noche lluviosa se acostó a dormir en un gran camión de basura. A las tres de la madrugada la prensa compresora de basura se puso en marcha. Mark fue aplastado, pero en medio de su horror, clamó: «¡Dios mío, no me dejes morir de esta manera!»

Salió de esa horrible experiencia con varios huesos rotos, pero con una nueva y vibrante fe. Dios había escuchado su clamor.

Hay mucha gente que anda por la vida como ese hombre: quebrada en lo económico, destruida en lo moral, y aplastada por la depresión y por los fracasos. La verdad es que la vida se parece a una trituradora mecánica. Va moliendo, apretando, triturando hasta quebrar todos los huesos y moler todas las energías. Pero entonces nos acordamos de clamar a Dios.

Es posible fracasar en los negocios. Es posible ver destruirse el matrimonio. Es posible sufrir también el deterioro de la salud. Todo eso es posible porque esa es la ley de la vida. Pero es también posible clamar a Dios. Es posible echar mano del salvavidas. Es posible, desde el pozo de la desesperación, desde el fondo de un camión de basura, igual que Mark Burge, levantar la vista y la voz al cielo. Y es posible, muy posible, pedir la ayuda del Cristo viviente y triunfante en el momento oportuno.

Busquemos a Dios mientras puede ser hallado; llamémoslo en tanto que está cercano, y recibamos de Dios el poder espiritual necesario para cambiar nuestra situación. Sólo tenemos que clamar.

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