No juzguen a los demás – Hefzi-ba Palomino

No juzguen a los demás

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“Jesús también les dijo: «No se conviertan en jueces de los demás, y Dios no los juzgará a ustedes. No sean duros con los demás, y Dios no será duro con ustedes. Perdonen a los demás y Dios los perdonará a ustedes. Denles a otros lo necesario, y Dios les dará a ustedes lo que necesiten. En verdad, Dios les dará la misma medida que ustedes den a los demás. Si dan trigo, recibirán una bolsa llena de trigo, bien apretada y repleta, sin que tengan que ir a buscarla.»”

Lucas 6:37-38 (NVI)

Basta con mirar a nuestro alrededor para ver como nosotros los seres humanos a veces nos fijamos más en la apariencia de las personas, que en lo que verdaderamente importa: en su corazón, en sus sentimientos, en cómo nos tratan, nos estiman, nos alientan y nos apoyan otros.

Cuando Dios quiso quitar del trono a Saúl, Rey de Israel y poner en su lugar un nuevo rey que fuera conforme a su corazón,  escogió a un valiente muchachito, pastor de ovejas, que se había enfrentado a leones con su propia mano y quien estuvo dispuesto a responder al desafío que le lanzo el gigante Goliat. Estoy hablando de David, a quien ni siquiera el profeta encargado de ungirlo, lo veía como el futuro Rey de Israel.

Esta semana me puse a meditar sobre esto y como juzgamos por las apariencias, sin saber verdaderamente nada de nada, a veces hablamos por hablar, criticamos, juzgamos y hacemos comentarios de mal gusto, sin tener ni idea del daño que estamos haciendo y que nos estamos haciendo a nosotros mismos, pues según las mismas palabras de Jesús, de la misma forma que hagamos con nuestro prójimo, así hará El  con nosotros.

Todo empezó cuando leí un documento de varias páginas sobre la nostalgia y una frase se quedó grabada en mi mente: “No juzguemos a nadie, porque cada persona que conocemos, está librando su propia batalla” lo que me recordó que Jesús también lo dijo en otras palabras, cuando dice que cada uno carga su propia cruz y me recordó también este pasaje con que hoy comienzo el devocional.

Lo primero que descubrí es que yo no estaba libre de esto, pues aun sin darme cuenta, con frecuencia estoy criticando o juzgando a otros, me arrepentí y como ejercicio empecé a hacer una lista mental de todas las personas que conozco, comenzando con mi familia y fue increíble ver como desde el más chiquito, hasta el más viejo, todos tenemos problemas, sean de salud, económicos, sentimentales, de aprendizaje, o de cualquier índole y como este ejercicio despertó en mí una gran compasión pues ciertamente, todos sin excepción en esta tierra,  tienen su propia cruz que cargar.

Entonces cometemos injusticia cuando juzgamos o criticamos, porque seguramente si estuviéramos en los zapatos de esas personas, haríamos, actuaríamos o diríamos lo mismo que ahora criticamos; por otro lado, que mal se siente uno cuando es juzgado por otros, en la mayoría de los casos, injustamente, porque esas personas tampoco conocen nuestras circunstancias, no saben las lágrimas que hemos derramado, el esfuerzo que hemos hecho, o por lo que hemos pasado, para llegar al punto a donde hemos llegado.

A veces nos molestamos con otras personas sin razón y una de las formas de sensibilizarnos más hacia nuestro prójimo y aprender a no juzgar, ni a juzgar por las apariencias, es tratar de ponernos en su lugar, de esa manera entendemos sus razones, sus motivos y hasta a orar por ellos, pues en  la mayoría de los casos, son personas que están alejadas del amor de Dios y que no han aprendido a sobrellevar sus cargas, se sienten frustrados, heridos, lastimados, solos, sin amor,  o con un vacío en sus vidas que no saben cómo llenar.

Estoy segura que si haces un ejercicio como este, terminaras amando a esa persona que criticas, perdonando a esa persona que te ofendió y orando por esa persona que esta tan ciega que lo único que ve en ti, son tus errores o equivocaciones.

Recuerden para terminar, que Dios no nos ha nombrado jueces de nadie y que debemos tener misericordia con otros para que Dios la tenga con nosotros, El, es el verdadero y único Juez. Seamos justos, no juzguemos y Dios oirá nuestras oraciones.

“Por eso, confiesen sus pecados unos a otros, y oren unos por otros, para que Dios los sane. La oración de una persona buena (justa) es muy poderosa, porque Dios la escucha.”

Santiago 5:16

Autora: Hefzi-ba Palomino

Escrito para www.devocionaldiario.com

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