Las enseñanzas de Jesús – Hefzi-ba Palomino

LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS

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“Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:”

Mateo 5:1-2 (VRV 1960)

Estudiando hoy este Capítulo de Mateo 5, las palabras de Jesús, El Sermón Del Monte, como se le conoce comúnmente, pensaba y sentía que estaba recibiendo el pan de la palabra de Dios, de la mano de Dios directamente, sin añadiduras, sin malas interpretaciones, sin contaminantes,  sin el misterio con que a veces oímos hablar a otros y pude entender la grandeza que encierran sus palabras, sus enseñanzas, fue como estar sentada a sus pies escuchándolo de primera mano, hablándole a mi mente y a mi corazón.

El comienza hablando – a la multitud – sobre diferentes tópicos, como:  Las Bienaventuranzas;   sobre nuestra Identidad, comparándonos con la sal y la luz del mundo; las Leyes de Dios, antes escritas en piedra, ahora escribiéndolas Dios mismo en la Tabla de nuestro corazón;  los peligros de quebrantar la Ley, el Divorcio y el Adulterio; los juramentos hechos a Dios y su cumplimiento; de las tinieblas y la luz que hay en nosotros; como debemos orar;   El amor al prójimo y a nuestros enemigos y  el juzgar a otros; y termina dirigiéndose al pueblo en forma individual cuando habla de dos clases de personas, de cómo llevan sus vidas,  el prudente y el insensato,  la obediencia a su voluntad y los frutos, por medio de los cuales seremos conocidos.

Si se tratara del discurso de un político, concluiría, que fue un mensaje positivo, lleno de esperanza, no juzgando ni condenando a nadie, no amenazando, simplemente mostrando dos caminos, dos opciones, uno que lleva a la vida y otro que lleva a la muerte, expresados o mostrados por alguien que tiene autoridad, porque sabe y conoce de lo que está hablando.

Y esto es realmente muy importante, porque la decisión de oír, seguir, obedecer y creerle a Jesús, es INDIVIDUAL, personal, como lo son nuestros derechos de elegir quienes nos gobiernen, con quien formar un hogar, que estudiar o donde trabajar, o donde vivir,  como lo es nuestro derecho a buscar nuestra felicidad, a la vida y a la libertad.

Nadie, absolutamente nadie, puede hacer por nosotros lo que nosotros tenemos que hacer por nosotros mismos, por tal motivo, amados en este día, quiero invitarlos a sentarse a los pies de Jesús y comer de primera mano, el alimento que Él tiene para cada uno de sus hijos,  pidiéndole que nos unja con su Santo Espíritu, para que sus palabras, sus enseñanzas queden gravadas en la tabla de nuestra mente y nuestro corazón y podamos entender el alcance, el poder y el amor de Dios y agradecer su sacrificio.

Es grandioso pensar que Dios mismo, El Todopoderoso, El Creador,  el Único, Omnisciente y Omnipotente, el principio y el fin, el Alpha y el Omega, El que fue, El que es y El que será, se haya hecho hombre, se haya encarnado en esta tierra, para venir a mostrarnos el camino de la reconciliación, la sabiduría de Dios, La Verdad,  para venir a salvarnos, a rescatarnos, a sacrificarse por nosotros y que además nos haya dejado este maravilloso tesoro, Su Palabra….el alimento, sus enseñanzas, su ejemplo, todo, todo nos lo dio, cuando pago por nuestra salvación y pago con precio de sangre y de cruz.

En muchas ocasiones nos inquietamos, queriendo hacer más de lo que hacemos por servir y agradar al Señor, cuando  vemos a   predicadores, profetas, hombres y mujeres que “hacen milagros” , “expulsan demonios” o “hacer liberaciones”   y hasta nos  preguntamos porque nosotros  no hacemos  lo mismo? Pues permíteme decirte, querido hermano, hermana, que en este mismo capítulo,   Jesús deja claro  que al final, lo que cuenta es tu decisión personal, tu decisión de seguir y creerle a Dios, de esperar en El, de confiar en Él y se hacer, en obediencia lo que él te ha mandado a hacer, ejercitar el don que Dios te ha dado, crecer y madurar en el espíritu, tener fe, compartir el evangelio, siendo sal y luz para tu familia y para tu entorno; pues muchos se preocupan de sanar y limpiar, de ministrar    a otros   en el nombre de Jesús, hacen todas las cosas, que a la verdad son impresionantes, pero no debemos dejarnos cegar o impresionar  con estos actos, sino más bien abrir nuestros ojos y preguntarnos si es Dios quien nos está ministrando, tener discernimiento y comprender  que para poder  ayudar a otros, primero debemos ayudarnos a nosotros mismos, crecer en el Señor y buscar la llenura del Espíritu Santo y después ministrarlo a los demás; pues nadie puede dar de lo que no tiene y sería muy triste que nuestro Señor nos dijere, Insensato, nunca te he conocido.  Hay que dejar se preocuparse por lo que hacen o dejan de hacer los demás y comenzar a preocuparnos más por cómo estamos caminando con el Señor,  de cómo esta nuestra relación con El:  le creemos? Confiamos en El? Oramos, clamamos, nos arrepentimos, perdonamos como henos sido perdonados?  Porque de que nos aprovecha que a X o Y persona le hayan liberado de algo, si aun en nosotros hay tinieblas y no ha nacido nuestra  luz? De que nos servirá el progreso de los demás, si nosotros estamos estancados?

Es a Jesús a quien debemos escuchar, es a Él, que debemos oír, seguir y obedecer, obviamente estando sujetos a las autoridades, sea en la Iglesia o en tu ciudad, pero con nuestra mirada siempre puesta en El, el autor y consumador de nuestra fe.

“Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”

Mateo 5:48 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

por Hefzi-ba Palomino

Escrito para www.devocionaldiario.com

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