Hablando de Historias – Hefzi-ba Palomino

HABLANDO DE HISTORIAS

por Hefzi-ba Palomino

Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, Y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; Y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

Génesis 12: 1-3

¿A quien no le gustaban las historias cuando era niño? A mi me encantaban y pienso que esas historias de alguna manera contribuyeron a la formación de mi pensamiento y me motivaron a la búsqueda de la verdad y de Dios, por lo que hoy, el ver un titular sobre la realeza europea me hizo recordar que a pesar de nuestro origen humilde y de que muchas veces nuestra vida se asimila a alguna de estas historias como la de La Cenicienta, nosotros también somos de la realeza de Dios y nuestra historia también tiene un final feliz, lleno de esperanza y sobre todo con la certidumbre de nuestra Salvación. De la misma manera la historia de la Iglesia de Cristo, ha sido perseguida, humillada, menospreciada e incomprendida pero tiene un final feliz, cuando el Novio regresará y se desposará con su amada esposa y su futuro será aun mas glorioso que el de los reyes, reinas, príncipes y princesas de esta tierra, pues el novio es nuestro Salvador, Jesús, Rey de Reyes y Señor de Señores.

Pueda que en el presente estemos viviendo como la cenicienta, sin importa si eres hombre o mujer, cenicienta representa nuestra alma, pero recordemos que todas estas circunstancias no son mas que el gimnasio que Dios escogió para hacernos más fuertes, para hacernos madurar y quebrantarnos y literalmente destruir lo que le estorba (el ego) y poder liberar el Espíritu a través del cual nos da vida en abundancia y mantiene Su presencia viva en nuestros corazones para hacer de cada uno de nosotros el hombre o la mujer que El, quiere que seamos.

Recordemos la historia de Abrahán en Génesis 12, cuando Dios le ordenó salir de su parentela, literalmente dejar su familia, su pasado, sus amigos y su cultura para ir a quien sabe donde, a la edad de 70 años, con una mujer estéril y post-menopáusica, prácticamente a volver a empezar; bajo esas circunstancias era mas fácil para Abrahán no haber creído y seguramente habría muerto como cualquier mortal incrédulo, derrotado y frustrado, sin conocer el sabor de la Victoria, el Poder y la Fidelidad de Dios y aunque tal vez Dios hubiese podido buscarse otro que le diera la talla, la historia que hoy conocemos seria diferente; no lo conoceríamos como el Padre de la Fe y a través de él, no habrían sido benditas todas las familias de la tierra; no habría conocido al hijo de la promesa, no seria su nombre Isaac y no habría dado origen al pueblo que finalmente nos trajo al Mesías.

La enseñanza que podemos sacar de estas historias es que nunca podremos saber de que somos realmente capaces o quienes podemos llegar a ser en manos del Señor, sino nos atrevamos a dar ese paso de fe que Dios está esperando que demos; si no nos decidimos a abandonar nuestros malos hábitos que nos esclavizan; sino aprendemos que el dolor es parte de la vida y que en vez de camuflarlo, anestesiarnos o tratar de mitigarlo por medios dañinos, hay que confrontarlo y superarlo con esperanza y fe, con plena confianza en Dios y en sus promesas y que pase lo que pase, sea lo que sea que estés pasando, Jesús está con nosotros y lo dijo para que nosotros no lo olvidáramos: “ todo pasara, menos la Palabra de Dios.” Ese dolor, esa circunstancia, también pasará.

La vida se vive diferente cuando se vive para El Señor, cuando puedas dejar atrás todo lo que haya quedado atrás y corres la carrera hacia adelante, viviendo cada día como una oportunidad mas para –morir – a ti mismo y permitir que el Espíritu de Dios crezca y se fortalezca en ti, cuando ya no reniegas de tu trabajo o de tu suerte, cuando aceptas gustoso todas las pruebas que El Señor te envía, pues ellas son las pesas que van a sacar el musculo que tu ser interior necesita para afrontar las dificultades, tener victoria sobre el pecado, saborear la victoria y mostrarte de qué eres capaz realmente, cuando das pasos de fe, cuando en vez de quitar das, en vez de maldecir bendices y en vez de esperar que te sirvan y te adulen, sirves y te humillas.

El Plan de Dios para nuestra vida es la santificación y la santificación es un proceso doloroso que consiste en quitar toda la suciedad e inmundicia que el pecado produce y que obscurece nuestra alma y nos mantiene separados de Dios y esclavos del pecado, no permitiendo que la luz de Cristo se manifieste y comience a brillar; es como el proceso de pulir un diamante, la mas valiosa de todas las joyas, primero hay que bajar a las profundidades de la tierra a buscarla, segundo está cubierta de lodo, tierra o piedras y tercero, solo un experto puede trabajar en ella para pulirla.

Dios nos dejó al amado Espíritu Santo, que es el experto, el labrador y pulidor de nuestro ser, para que no pensemos que estamos solos o que somos nosotros solo con nuestra voluntad quienes tenemos que hacer ese cambio interior en nosotros mismos, es El, con el poder de su Espíritu para que vivamos por fe, ya no como mendigos, sino como sacerdotes y sacerdotisas, príncipes y princesas, porque eso es lo que realmente somos.

Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncies las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.

1ª Pedro 2:9

Escrito para www.devocionaldiario.com

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