En el día internacional de la Oración – Hefzi-ba Palomino

EN EL DIA INTERNACIONAL DE LA ORACION

por Hefzi-ba Palomino

jesus-y-la-oracion“Clama a mí, y yo te responderé, y te mostraré cosas Grandes y ocultas que tu no conoces”.

Jeremías 33.3

El día 23 de Mayo de este año se celebra el día mundial de la Oración. ¡Que bendición! 220 naciones de Cristianos convertidos proclamando el Nombre de Jesús; la tierra llena de Su Gloria; un solo clamor; una sola voz abriendo las puertas del cielo, con poder; día para hacer temblar la tierra y estremecer al cielo.

Vivas donde vivas, hagas lo que hagas, tú también eres parte del Cuerpo de Cristo; levanta tu voz y clama, derrama tu corazón, alábale, gózate y El concederá las peticiones de tu corazón.

Todos queremos que nuestras oraciones sean escuchadas por Dios, que abran las puertas de los cielos, que sean poderosas, que sanen, hagan milagros, abran o cierren puertas en nuestra vida y creo que unirse a este día internacional de la oración, es una excelente oportunidad; déjate ver de Jesús entre la multitud; deja oír tu voz y El va a decirte al igual que al pordiosero ciego, sentado a la entrada del templo en Jerusalén: “Que quieres que yo haga por ti?”

A continuación he reunido 5 elementos que son importantes en la Oración, para que esta sea poderosa, efectiva, eficaz:

1º. Conexión Espiritual. Para que la oración toque el corazón de Dios, debe salir de nuestro corazón, ser sincera, honesta y sentida y solo nuestro ser interior (nuestro espíritu) puede tocar el Espíritu de Dios; El Espíritu atrae al espíritu, habla su mismo lenguaje; es el mensajero, El Consolador, El Espíritu Santo de Dios. ¿Y cómo lograr esa conexión espiritual? El único impedimento para que El Espíritu fluya libremente a través de ti, eres tu, si, tu yo, tu ego, tus preocupaciones, tus deseos, tu hombre(o mujer) natural, del mundo. Por un día, haz un ejercicio: niégate a ti mismo, todo lo que tú eres y centra tu atención en el espíritu, en tu conexión, en tu oración, aun si estas trabajando, tu mente puede estar en donde esté tu corazón, sigue a Jesús, no quites tu mirada de Él; a Él, oíd.

2º. Santificación. Sed santos porque Yo Soy Santo, dice El Señor. Ten presente que orar es conversar con Dios, entrar en su presencia, tener una comunicación de corazón a corazón. La Santidad conviene a la casa de Dios. Antiguamente, antes de Dios hablara con un profeta como Moisés, le pedía a el y al pueblo que se limpiaran, que se santificaran, que se prepararan para entrar en la presencia del Señor. Tus eres salvo y somos limpios por la sangre de Jesucristo; todos tenemos entrada al trono de Dios, pero debemos entrar a su presencia, debidamente presentados. (El arrepentimiento es el agua del Espíritu que nos limpia de pecado). La Palabra de Dios es Verdad y Jesús rogó al Padre para que fuéramos santificados por su palabra. (Juan 17) En guardar su palabra hay gran galardón.

3º. Sujeción, Obediencia. No desperdiciemos nuestro tiempo de oración pidiendo bendiciones, estas son la consecuencia o el resultado de la obediencia; si quieres ser bendecido simplemente, obedece a Dios, su palabra, sujeta tu ser y tu vida a El. Libera tu mente (pensamientos), tu corazón (sentimientos) y tu voluntad (actos, hechos) y Dios te llenará de sus pensamientos, pues tenemos la mente de Cristo; llenará tu corazón de paz, amor y los frutos del Espíritu y transformará tu voluntad para que tú obedezcas a su palabra y le estés sujeto.

4º. Unidad. Todos somos miembros de un mismo cuerpo, sin importar donde vivamos, que lengua hablemos, a que denominación pertenecemos; todos somos una célula del Cuerpo de Cristo, algunos grupos unidos, organizados, pueden ser órganos, sistemas y miembros complejos, pero todos estamos en el mismo cuerpo; si hemos creído en El, somos sus hijos y hemos sido bautizados con un mismo espíritu, por tanto, estamos unidos, en un mismo sentir y un mismo pensar en Cristo Jesús. En la Iglesia del primer siglo, los apóstoles oraban unánimes, todos de acuerdo, todos juntos en un mismo clamor y vemos como Dios obró milagros, liberando a Pedro de la cárcel, convirtiendo a millares por su predicación, sanando, etc. Si queremos ver milagros debemos ser unidos, orar unidos, vivir unidos y gozarnos unidos; Jesucristo nos recogerá y unirá a si mismo cuando llegue el momento.

5º. Amor. Dios quiere nuestra obediencia, pero también nuestro corazón, nuestro amor, que lo amemos y que amemos a nuestro prójimo, como el nos ha amado. Un corazón que ora, es también un corazón agradecido, un corazón que ama y quiere estar el mayor tiempo posible con su amado; el amor atrae el amor y esta es la fuerza mas poderosa del mundo; algunos hasta lo han llamado El Quinto Elemento y es que el amor a pesar de que no es algo tangible, se puede sentir con tus sentidos espirituales, tu corazón lo reconoce y puede tocar a otros, aun en la distancia. Una oración con amor, es una oración con poder; si quieres ver milagros en tu vida, enamórate de Jesús y haz todo como si fuera para El.

Oración de Jesús por nosotros.

Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.

Juan 17:17-26

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