¡Oh Dios, dame paciencia! – Hefzi-ba Palomino

¡OH DIOS, DAME PACIENCIA!

“Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; Y la paciencia,  prueba; y la prueba, esperanza”.

Romanos 5:3-4

Cuantas veces en nuestra vida hemos gritado con toda nuestra fuerza: ¡Oh Dios, dame paciencia! Especialmente cuando nuestros niños nos sacan de quicio; cuando no soportamos un jefe autoritario o estamos en medio de una situación que supera nuestra fortaleza, o atravesamos por un momento difícil en nuestra vida y no sabemos que es una prueba; que el dolor enseña y  que la tribulación es la madre de la paciencia y bisabuela de la esperanza.

Personalmente debo reconocer que fui una mujer impaciente, que todo lo quería de inmediato y hasta recuerdo que una vez hasta grité: “Dios mio, dame paciencia, ¡Pero dámela Yaaaa!” Y con el tiempo he venido a comprender que la paciencia es un don necesario para aplicar en todos los procesos de nuestra existencia y que consiste en desarrollar el difícil arte de saber esperar; aprender a confiar en Dios y saber que su preciado fruto, no es otra cosa que la esperanza; esa semillita que nos sostiene cuando creemos que lo hemos perdido todo, que estamos atravesando un seco e inclemente desierto; cuando atravesamos las mas duras pruebas de nuestra vida, incluyendo pruebas de nuestra fe; esa esperanza que no avergüenza, a pesar de las derrotas, porque es el legado y prueba del inconmensurable amor de Dios que ha sito derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. (Romanos5:5)

Y ¿Que podríamos decir  cuando la prueba culmina y Dios comienza a devolvernos todo lo que nos ha quitado? Cuando comienzan a abrirse puertas en nuestra vida, podemos recuperar fuerzas o Dios nos hace descansar  sobre delicados pasos, como dice el Salmo 23? O cuando decimos: “Diré yo a Jehová; Esperanza mía, y castillo mio; Mi Dios en quien confiare” (Salmo 91:2)

¿Qué diremos cuando El Señor, nos diga, al otro lado del desierto, en el precioso oasis de su paz:  “Por un breve momento te abandone, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti,  dijo Jehová tu Redentor” (Isaías 54:7)?

Acaso no nos arrepentiremos y pediremos perdón, por no haber sabido esperar con paz en nuestro corazón y paciencia, en el Dios nuestro y Dios de nuestra Salvación,  sabiendo que el Santo de Israel, esta con nosotros en todo momento; cuando estamos felices y cuando estamos tristes, en la angustia, la tribulación y también en la alegría y el gozo? Porque el amor de Dios es real  y nada nos separara del amor de Cristo y como dijo el Apóstol Pablo: Nada nos separa de Cristo; ni lo alto, ni lo profundo, ni lo pasado, ni lo porvenir, nada.

La Paciencia es el arte de guardar la paz; de saber esperar; de saber confiar y de cosechar y guardar la esperanza; la esperanza de que la Palabra de Dios es verdad; sus promesas son Si, en Cristo Jesús y que, El santo de Israel y Padre de nuestro Señor Jesucristo, no solo vive, sino que vive en nuestro corazón y nuestro espíritu.

Ser cristiano de verdad, no es “parar de sufrir” como dicen por ahí, es aprender a llevar nuestra cruz con paciencia;  es aprender a sufrir como El, sufrió, pero sabiendo que ya no estamos solos y sabiendo que si compartimos sus sufrimientos en la carne, compartiremos también su Gloria en la resurrección. Confía y espera siempre en Dios. El, te dice hoy:

“Por cuando en mi ha puesto su amor, yo también le librare; Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocara, y yo le responderé; Con el estaré yo en la angustia; Lo libraré y le glorificare. Le saciare de larga vida y le mostrare mi salvación”.

Salmo 91:14-16

Autora:  Hefzi-ba Palomino

Escrito para www.devocionaldiario.com

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