¡Gracias Señor. Me hiciste entender tu camino! – Hefzi-ba Palomino

¡Gracias Señor. Me hiciste entender tu camino!

por Hefzi-ba Palomino

que-camino-seguireConozco. Oh Jehová, que el hombre
No es señor de su camino,
Ni del hombre que camina es ordenar sus pasos.

Jeremías 10:23

He tenido que caminar mucho, tropezar, caer, y levantarme igual número de veces, para experimentar en carne propia y comprender finalmente estas palabras de Jeremías.

Y es que El Señor tuvo que traerme a otra tierra y apartarme de mi parentela, de mis amistades, de mi profesión y de todo lo que era mi vida antes para mostrarme el camino en el que debería de andar y hacer de mi la mujer que El, quiere que yo sea. Esto no significa que ya el trabajo del Espíritu Santo esté terminado, sino que finalmente he dejado de pelear contra Dios y contra mi destino y he aceptado y reconozco que realmente es Dios El Señor de nuestras vidas; que somos como vasijas de barro en sus manos y que no nos dejará hasta que haya cumplido su obra en nosotros y a la vez le hago el trabajo del Espíritu Santo mas fácil, para que El, pueda usarme, bendecirme, llevarme y traerme a donde El quiera.

No importa cuantas decisiones equivocadas tomes en tu vida, cuantos cambios quieras hacer, cuantos proyectos inicies, El siempre se las arreglará para deshacerlos si no están conforme a su voluntad y al plan de vida que tiene para ti, al llamado y la unción que puso sobre ti.
Solo prosperarán los planes, proyectos y decisiones que están de acuerdo con su voluntad. ¡Revisa tu vida y compruébalo! ¡Es matemático y exacto!

Y es que cuando le abrimos a Jesús la puerta de nuestro corazón y le dijimos mas o menos esto: “Señor, Dios, o, Padre Celestial, reconozco que soy pecador(a) y te pido perdón por mis pecados; reconozco que Jesús murió por mi y resucito al tercer día; te abro Jesús la puerta de mi corazón; te pido que escribas mi nombre en el libro de la vida y haz de mi el hombre o la mujer que tu quieres que yo sea” Dios escuchó esas palabras, las puertas de los cielos se abrieron y los ángeles hicieron fiesta por un hijo de Dios que se arrepentía; Dios Padre y Dios hijo, escucharon esas palabras, aun hayan sido hechas en un susurro y llenos de jubilo y celebración enviaron al Espíritu Santo a morar en tu corazón y te sellaron con El, te marcaron, como de su propiedad; ellos tomaron muy en serio nuestras palabras y a partir de ese momento, comenzó un arduo y difícil trabajo de restauración, de sanación, de destrucción de las obras del maligno, de nueva siembra, una nueva etapa de la vida, una nueva criatura nació en los cielos y en la tierra.

Pero tal vez muchos de nosotros no fuimos conscientes en ese momento de que no nos creamos a nosotros mismos; que nos pertenecemos a nosotros mismos y que no somos dueños de nuestro destino; seguimos con nuestra vida, velando en forma egoísta por nuestro bienestar y el de nuestra familia carnal, ignorando el llamado y el mandamiento que como a nuevos hijos espirituales se nos hace de “ir por todas las naciones, predicando el evangelio”; llamando al arrepentimiento y bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y Del Espíritu Santo.
¿Alguna vez te has preguntado para qué Dios te salvó? No porque, porque sabemos que El nos amó tanto que entregó a la muerte a su primogénito hijo Jesucristo; sino ¿para que? ¿Qué planes tiene contigo? ¿Cuál es tu llamado? ¿Quién te ungió? Uno tiene la unción del que lo ungió, para hacer lo mismo que El hace.

Recuerda la Historia de Jonás: Dios le encomendó ir a Nínive para que la gente tuviera la oportunidad de arrepentirse y cambiar su vida, pues Dios había pensado destruirla a causa de su maldad. Jonás se rehusó y quiso huir de la presencia de Dios, pero no pudo. ¡Nadie puede! Y finalmente, después de ser vomitado por el gran pez, decidió ir a predicar arrepentimiento y Dios, se complació en perdonar a esa ciudad.

Dios todo lo puede; para El, no hay nada imposible; es inútil que pospongas tu llamado, tu misión, tu liderazgo; tarde o temprano lo vas a tener que hacer y entre mas pronto, mejor, pues te ahorras el desgaste de pelear contra el destino; la frustración de que tus cosas no salgan como tu quieres; las lagrimas por las decepciones, etc. Comienza a dar pequeños pasos en dirección de la voluntad de Dios y El, te hará un Gigante, un Líder, pondrá la palabra en tu boca y te hará conocer su voluntad.

ALABAD a Jehová, porque es bueno;
Porque para siempre es su misericordia.
Díganlo los redimidos de Jehová,
Los que ha redimido del poder del enemigo,
Y los ha congregado de las tierras,
Del Oriente y del occidente,
Del aquilón y de la mar.

Salmo 107: 1-3

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