Pastillitas de Sabiduría – Estephany Cordova V.

PASTILLITAS DE SABIDURÍA

por Estephany Cordova V.

“Todo el que quiera ser sabio que comience por obedecer a Dios; conocer al Dios santo es dar muestras de inteligencia”

Proverbios 9:10

¡Sé sabio! ¿Alguna vez se lo han dicho? Seguro que cantidad de veces y muchas personas. Oh sí a mi también. Y cuando lo leí porque en realidad ni una persona de carne y hueso me lo dijo, sino Dios en su palabra. Me hice muchas preguntas acerca de que significaba ser sabio. No sé usted mi querido hermano(a) pero yo me imaginé que ser sabio era un hombre con una barba interminable y con muchos libros a su alrededor. Y el otro concepto que tenía era que los muchos filósofos que existieron eran los sabios de los que mi Señor me hablaba. Sin embargo, luego de una prédica mis ojos vieron la luz.

Entonces entendí que ser sabio no es aquel que tiene más de dos carreras universitarias, doctorados y maestrías a cuestas, ni mucho menos aquel que cuestiona todo y a veces por gusto. Ser sabio no es aquel que no come ni duerme por leer miles de libros de diferentes materias. Y mucho menos es aquel que dice tener muchos conocimientos de las matemáticas que por cierto no son amigas mías. Ser sabio es aquel que decide incluir a Dios en toda su vida. Ser sabio es aquel que se interesa en conocer a Dios un poquito más todos los días.

Hermano(a) ser sabio es saber elegir entre lo bueno y lo malo. Una persona sabia es aquel que acepta que se equivocó, pide perdón y aprende de su error. Lo que anteriormente mencioné son solo conocimientos y si no lo acompañamos de la sabiduría que proviene de Dios, créame que no hará ningún efecto para su edificación como cristiano. Ahora no vaya a pensar que estoy en contra de estudiar en los colegios, universidades, institutos, etc. Por supuesto que no, al contrario, la que le escribe está todavía en el camino para convertirse en una profesional con la gracia de Dios.

A lo que me refiero es que necesitamos ser sabios y como dice el proverbio. Buscar a Dios, interesarse en él son las primeras señales de sabiduría. Alguna vez ha visto las ranuras de sus dedos, si no existieran no podríamos articular nuestras manos y seriamos como robotina. Dios hizo todo ello con nada más ni nada menos que con la sabiduría.

Ser sabios debería ser nuestro anhelo y claro que debemos trabajar en ello a diario. Para ello le invito que lea la palabra de nuestro Padre, y especialmente el libro de proverbios. Fascinante, fabuloso, impresionante. Ese libro nos remueve las neuronas. En la prédica que recibí, el pastor dijo que la sabiduría era como vitaminas para nuestro cuerpo. Y así como nos tomamos una vitamina para fortalecer nuestro cuerpo, pues un versículo de Proverbios fortalecería nuestro espíritu, que muchas veces lo dejamos morir de hambre; mientras nos preocupamos más por el estómago, que en ocasiones se enferma de tanta comida que le echamos.

Le propongo a que leamos un versículo de proverbios todos los días y a la vez pidámosle a Dios que nos de sabiduría y discernimiento para hacer las cosas correctamente. Algunos de los resultados que usted verá en su vida será que ya no discutirá con aquella vecina que se empecina en echarle basurita a la acera de su casa, o quizás usted hermano que no sabe si aquella muchacha que acaba de conocer y que le vislumbró es en realidad la ayuda idónea que tanto le ha pedido a Dios.

Sabía que actuar con sabiduría hace sonreír a Dios, pues sí. Entonces, está de acuerdo conmigo en hacer reír a Dios al tal punto que le dé cosquillitas en su estómago.

“Vamos anímese verá que los cambios en su conducta lo dejará más sorprendido como cuando yo me saqué mi primer veinte en mi curso de matemáticas.”

Escrito para www.devocionaldiario.com

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