La Envidia – Leddy Castillo – Devocional Infantil

LA ENVIDIA

“El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos (Proverbios 14:30)

¡¡Saludos niños y niñas!! ¿Como están? Sé que muy bendecidos, pues si amas y obedeces a Dios, el se encarga de cuidar de ti, de guiarte, de proveer lo que necesites, etc.

Como hijos de Dios debemos cada día esforzarnos por desechar todo lo que es contrario a la voluntad del Señor, y tratar de imitar a nuestro Creador, en todo.

El tema anterior nos hablaba de los frutos que debemos producir, si somos realmente hijos de Dios, estos serán buenos. También aprendimos y reconocimos aquellos frutos malos que crecen en nosotros por la falta del Espíritu Santo en nuestro ser. Uno de estos frutos malos es la ENVIDIA, la cual debes desechar totalmente, pero para que ésta no crezca y se reproduzca en ti, debes abonar mejor tu corazón, y esto se consigue obedeciendo los mandamientos del Señor.

La envidia es un sentimiento de enojo que se experimenta por el bien que posee otra persona. Es el sufrimiento de alguien porque otr@ tiene o consigue cosas que ella o el no tiene o no puede conseguir. Se dice también que es el padecimiento porque otro disfrute el cariño, la simpatía, etc., de alguien, que el que siente envidia, quisiera tener él sol@.

La envidia ha estado presente desde el comienzo de la humanidad. Caín mató a Abel por envidia, Raquel tuvo envidia de Lea porque ella tenía hijos. Los hermanos de José tuvieron envidia de él. Hay muchos más casos de envidia en la Biblia, pero hoy meditaremos en el de un par de hermanos, me refiero al de Caín y Abel.

Abel era pastor de ovejas y Caín era agricultor. Estos hermanos compartían al principio, muchas cosas, la familia, la fe y la educación que habían recibido. A medida que fueron creciendo, fueron cambiando y sus gustos se hicieron diferentes, el gusto por su trabajo también cambio. Las actitudes y la forma de ser de Caín y Abel eran totalmente diferentes

Caín era de carácter impulsivo, y Abel era tímido. A pesar de sus diferencias tan marcadas todo parecía ir bien, hasta que un día Caín hizo algo que marcaría para siempre su vida.

 “Al cabo de un tiempo, Caín presentó como ofrenda al Señor algunos frutos del suelo, mientras que Abel le ofreció las primicias y lo mejor de su rebaño. El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero no miró a Caín ni su ofrenda. Caín se mostró muy resentido y agachó la cabeza.”. (Génesis 4:3-5)

El hecho de que Caín haya actuado así, mostrando su enojo y su resentimiento, fue porque definitivamente no valoro el esfuerzo de su hermano Abel, y queda claro que ni el de el mismo, y terminó comparándose con su hermano, y al hacerlo perdió su amor, sus esperanzas, sus planes y se olvido de su propia vida, para querer vivir la del otro.

Dios, que todo lo sabe le hablo a Caín y le dijo:

¿Por qué estás resentido y tienes la cabeza baja? Si obras bien podrás mantenerla erguida; si obras mal, el pecado está agazapado a la puerta y te acecha, pero tú debes dominarlo”. (Génesis 4:6-7).

Dios le hizo entender a Caín que para poder recibirlo con agrado, debía obrar bien y ser justo, pero para entonces Caín ya no escuchaba al Señor, pues la envidia se había apoderado de él, de tal manera que lo había dejado sordo.

La envidia que Caín sentía, lo había obligado, no ha desear ser como su hermano, sino, a querer estar en el lugar de su hermano y desde ese momento, perdió el sentido de su vida y cometió un pecado horrible.

“Caín dijo a su hermano Abel: Vamos afuera. Y cuando estuvieron en el campo, se abalanzó sobre su hermano y lo mató.” (Génesis 4:8).

El compararte con otros, el competir con otros, la rivalidad, el rencor, todo eso va enfermando poco a poco tu alma de la misma manera como le sucedió a Caín, si tú le das lugar en tu corazón, corromperán tu espíritu y te enfermara el alma.

Santiago 3:16 dice: “Porque donde hay envidias y rivalidades, también hay confusión y toda clase de acciones malvadas”

Debemos saber que los pensamientos malos producen una vida negativa, alejada de la voluntad del Señor. Cuando tenemos celos o sentimientos de envidia en nuestra vida es porque le hemos dado lugar al diablo a través de los pensamientos que él se encarga de anidar en nuestra mente, procuremos entonces mantener ocupada nuestra cabecita recordando lo que la Biblia dice, hablando con el Señor a través de nuestro pensamiento, en fin, hay maneras de cerrarle la puerta de nuestra mente al enemigo, solo es cuestión de esfuerzo y voluntad.

No permitas que la envidia te robe el gozo y la paz que el Señor ya te dio.

“Sed de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu de humildad, no devolver mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito de heredar bendición” (1 Pedro 3:8,9).

Si decimos ser hij@s de Dios debemos saber que la envidia no es parte de los frutos que la Biblia menciona, debemos producir, por lo que una vez más te invito a que te esfuerces y seas valiente y elimines de tu corazón esto que lo único que hará es mantenerte alejado  de todos los propósitos que el Señor ha preparado para ti.

RECUERDA: NO PERMITAS QUE LA ENVIDIA SE PRODUZCA EN TI.

Autora: Leddy Castillo

Escrito para www.devocionaldiario.com y www.devocionalinfantil.com

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