Papá lo sabe todo – Alberto D`Arrigo

Papá lo sabe TODO

por Alberto D`Arrigo

en-el-vientreJeremías 1:5 “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”.

Muchos niños vienen al mundo producto de una violación o siendo indeseados por parejas promiscuas. Incluso, hay matrimonios que lamentan su mala planificación y reniegan del regalo de Dios. Más lo que dice el verso es una palabra muy profunda que encierra misterio y a la vez un insondable afecto hacia nosotros. En consecuencia, hecha fuera todo argumento o sensación de haber sido hechos por casualidad. Es más, aún los que se subestiman y aducen sus fracasos a la mala fortuna, no tienen excusa para cuestionar su existencia.

El Señor que nos formó sabe para qué servicio y propósito particular nos concibió. Tenemos un Creador que dice que ya nos conocía y en su libro estaban escritas todas aquellas cosas que luego fueron formadas. ¡Qué hermoso y halagador pensamiento!

Dios sabe todo acerca de todo y ni aún el mal puede torcer sus designios, pues hace según su voluntad en el cielo, y en la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?

En Efesios 2:6 puedo ver otro ejemplo de su soberanía y sapiencia al mencionar un suceso que ya lo da por hecho: “…y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús…”. Esto quiere decir que aunque todavía esté aquí en la tierra, y aún me vea desalentado, oprimido y sin fuerzas, mi Padre ya me ha visto en su Gloria, sentado y compartiendo aquellas cosas que tiene preparadas para mí.

Por ende, no deberíamos sentirnos perdedores ni fracasados. Una vez oí decir respecto al milagro de la concepción, que de los casi tres millones de espermatozoides que ingresan al seno de la mujer en una relación, sólo uno, el que llega primero, el más fuerte, el que sobrevive, es el que finalmente fecunda el óvulo. Bajo ese punto de vista, empezamos siendo ganadores en esta carrera de la vida.

Por ende, Dios es el arquitecto que no mira el terreno baldío sino la obra ya terminada, el edificio ya construido y hecho conforme a lo que antes premeditó. Porque a los que de antemano había conocido, Dios los destinó desde un principio a ser como su Hijo, para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos. Animémonos con esto, corramos la carrera que tenemos por delante y con humildad sirvamos al único Dios verdadero y que vive por los siglos de los siglos.

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